Arciprestazgos Diócesis de Segovia
Un arciprestazgo es una agrupación de ciertas parroquias cercanas dentro de una diócesis, para facilitar la acción pastoral a través de una actividad común. Además esta figura o grupo peculiar, como lo califica el Código de Derecho Canónico, sirve de enlace perfecto entre el Obispado con cada una de las parroquias y sus respectivos sacerdotes. El arcipreste es, en el fondo, un vicario del obispo en cada uno de los arciprestazgos. Nuestra diócesis de estructura en los siguientes arciprestazgos:
Abades-Villacastín
Arcipreste: D. Valentín Bravo, párroco de El Espinar - 921 181 127
Ayllón-Riaza
Arcipreste: D. Florentino Vaquerizo, párroco de la UPA Riaza -635 221 886
Cantalejo-Fuentidueña
Arcipreste: D. Juan Aragoneses, coparroco de UPA Cantalejo - 609 824 426
Coca-Santa María
Arcipeste: D. Alfonso Águeda, párroco de la UPA Santa María - 606 813 776
Cuéllar
Arcipreste: D. Teodoro Cuesta, párroco de Sanconuño - 921 160 042
Fuentepelayo
Arcipreste. D. Jesús Torres, párroco de Aguilafuente - 921 572 062
La Granja-San Medel
Arcipreste: D. Pablo Montalvo, párroco de Palazueos - 696 119 970
Segovia
Arcipreste: D. Lucas Aragón, párroco de Santa Eulalia - 608 382 360
Sepúlveda-Pedraza
Arcipreste: D. Enriqeu de la Puerta, párroco de Navafria - 696 823 366
Escuela de teología
La Escuela Diocesana de Teología “San Ildefonso” tiene como finalidad ofrecer una formación en las distintas ramas de la Teología a todas las personas que estén interesadas en profundizar en su fe y dar razones de su esperanza. Se puede asistir como alumno oficial y de este modo acceder a los títulos que ofrece la Escuela o como oyente.
La Escuela Diocesana de Teología se puso en marcha en Segovia hace casi treinta años. Su finalidad es proporcionar una formación teológica y pastoral, a aquellos fieles cristianos laicos, religiosos, religiosas llamados a desempeñar diversos oficios y responsabilidades en la misión pastoral de la Iglesia, como la transmisión y educación de la fe, la catequesis, la enseñanza de la religión católica, la animación litúrgica, la renovación de las comunidades cristianas, el servicio de la caridad y las actividades apostólicas en general. También, aquellas personas que por inquietud personal deseen profundizar en la doctrina y fe católica.
La Escuela Diocesana de Teología ofrece este año en su sección Aula Bíblica, coordinada por el profesor Ángel García Rivilla, un curso semanal sobre El libro de Job y la literatura sapiencial. En la sección del Instituto de Superior Ciencias Religiosas ofrece la posibilidad de estudiar, bien como alumno oficial u oyente, numerosas materias teológicas y obtener en el caso de los alumnos oficiales las titulaciones correspondientes. Estos estudios se cursan en la modalidad de distancia y online, basada en el trabajo personal del alumno y el acompañamiento tutorial quincenal por parte de los profesores. El Instituto está bajo el patrocinio de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid y tiene la sede en el propio Obispado de Segovia. Así mismo, este curso la escuela ofrece el primer curso básico para la formación cristiana de laicos. Cuatro asignaturas a las que se puede asistir como oyentes y que se imparten quincenalmente durante todo un curso. Finalmente, la Escuela posibilita, en modalidad a distancia, la obtención del título de la DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica) necesario para impartir la enseñanza de la religión católica en los colegios y centros de educación secundaria.
El ambiente familiar existente entre alumnos y profesores hacen del estudio de la teología una bella experiencia eclesial que proporciona los elementos necesarios para elaborar una síntesis fe-cultura, promueve la búsqueda de respuestas a los interrogantes humanos y capacita al alumno para —como exhortaba el apóstol Pedro— “dar razón de nuestra esperanza” (1Pe 3,15)
Director de la Sección Instituto de Ciencias Religiosas “San Agustín”: D. Juan-Cruz Arnanz Cuesta
Coordinador Cursos Arte Sacro: D.
Coordinador Cursos Formación Cristiana (Cursos bíblicos): D. Ángel García Rivilla
SEDE: C/ Seminario, 4.
40001 SEGOVIA
Tel. 921 46 00 26 // 921 46 03 96
email:extensióEsta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
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Escuela de Teología
y Formación del laicado.
Primer año de formación de laicos
ASIGNATURAS PARA EL CURSO 2016-2017
Las tres primeras asignaturas se podrán cursar también como alumnos oficiales de Ciencias Religiosas (CCRR).
- En el caso de los alumnos oficiales de CCRR asumirán las condiciones (tasas, requisitos académicos previos, etc.) del ISCCRR Sección a Distancia de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso (Madrid)[1].
- En el caso de alumnos oyentes la aportación será de 50€ e incluye un manual de estudio.
Introducción a la Sagrada Escritura
Profesor: Santos Monjas Aguado
Horario: Lunes de 19.30h a 20.30h (quincenal)
Descripción de la asignatura:
A lo largo del curso lo alumnos alcanzarán los conocimientos básicos y las destrezas elementales que les permitan ir comprendiendo la Sagrada Escritura en su doble dimensión de palabra divina y palabra humana. Estos conocimientos servirán de fundamento para los cursos específicos sobre los distintos grupos de libros de la Biblia. Se estudiará el proceso de formación del texto bíblico y la composición del canon de las Escrituras. Se prestará especial atención a los documentos pontificios emanados en los últimos años. El alumno se familiarizará con diversos métodos exegéticos como base de futuras tareas de enseñanza o catequesis.
TEXTO GUÍA: A. GIMÉNEZ, Introducción a la Sagrada Escritura (Manual del ISCCRR.D; Ed. U. San Dámaso, Madrid 2015).
Evangelios sinópticos y Hechos de los apóstoles
Profesor: Ángel García Rivilla
Horario: Lunes de 17h. a 18h. (quincenal)
Descripción de la asignatura:
Se estudia el contexto histórico, social, político y religioso de la época de Jesús. ¿Qué es un evangelio? ¿Por qué se escribieron? ¿En qué fechas? ¿De qué fuentes dependen? ¿A qué se debe que los relatos de los sinópticos sean bastante semejantes? ¿Por qué La Iglesia distingue entre canónicos y apócrifos? Esta asignatura nos ayudará a responder a estas preguntas. Finalmente, se estudia el libro de los Hechos de los Apóstoles. Su valor histórico, las fuentes de que depende, fecha de composición y su teología.
TEXTO GUÍA: J.M. GARCÍA, Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles (Manual del ISCCRR.D 1.8; UESD, Madrid 2016).
Introducción a la teología
Profesor: Juan-Cruz Arnanz Cuesta
Horario: miércoles de 18h a 19h (quincenal)
Descripción de la asignatura:
El curso es de carácter introductorio. Se comienza describiendo la naturaleza de la teología y su objeto de estudio. Posteriormente se analiza el método teológico y las fuentes de la teología. Se finaliza con un breve recorrido por la historia de la teología.
TEXTO GUÍA: Introducción a la Teología, (Ed. ISCCRR “San Agustín”, Madrid 2011 [4ª ed., 13ª reimpr.]).
¿Fue Jesucristo realmente sacerdote? Explicación de la Carta a los Hebreos.
Profesor: Mons. César A. Franco
Horario: Miércoles de 19h a 20h (quincenal)
Descripción de la asignatura:
La Carta a los Hebreos es el único documento del Nuevo Testamento que otorga a Cristo el título de Sacerdote. Aunque es una absoluta novedad, esta designación se fundamenta en la tradición cristiana primitiva, que el autor de Hebreos conoce y profundiza. Con este curso dedicado a Hebreos se pretende explicar que Jesucristo es el definitivo sacerdote que permite el acceso de los hombres a Dios y establece el culto auténtico basado en la entrega a Dios de toda la existencia. Se mostrará que Hebreos es un tratado sobre Cristo y un documento eminentemente pastoral de plena vigencia.
TEXTO GUÍA: A. VANHOYE, Carta a los hebreos, (col. Comprender la Palabra, BAC, Madrid 2014)
Días lectivos para las cuatro asignaturas ofertadas:
Las asignaturas de los lunes:
24 de octubre 2016
7 y 21 de noviembre 2016
5 y 19 diciembre 2016
16 y 30 de enero 2017
13 y 27 de febrero 2017
13 y 27 de marzo 2017
24 de abril 2017
8 de mayo 2017
Las asignaturas de los miércoles
19 de octubre 2016
2, 16 y 30 de noviembre 2016
7 y 21 de diciembre 2016
18 de enero 2017
1 y 15 de febrero 2017
8 y 22 de marzo 2017
5 y 26 de abril 2017
3 de mayo 2017
En próximos cursos:
SEGUNDO AÑO
¿Es razonable creer?
Pentateuco y libros históricos
Introducción a los sacramentos
Los escritos de san Pablo
TERCER AÑO
¿Es tan especial el evangelio de San Juan?
La iniciación cristiana
¿Y vosotros quien decís que soy yo?
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?
Libros proféticos y sapienciales
CUARTO AÑO
¿Qué supone que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo?
Iglesia ¿quién eres?
Vivir de la fe, vivir en Cristo
Y después de la muerte ¿quién nos espera?
Hoja de inscripción para los cursos de formación del laicado
[1] Los alumnos que decidan realizar los estudios oficiales de CCRR podrán cursas además otras asignaturas del plan. Bien en modalidad on line o tutorial. Véase: www.iitdistancia.org/scripts/iitdistancia/bachillerato.asp
Director de la Sección Instituto de Ciencias Religiosas “San Agustín”: D. Juan-Cruz Arnanz Cuesta
Coordinador Cursos Arte Sacro: D.
Coordinador Cursos Formación Cristiana (Cursos bíblicos): D. Ángel García Rivilla
SEDE: C/ Seminario, 4.
40001 SEGOVIA
Tel. 921 46 00 26 // 921 46 03 96
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Un seminario menor arraigado en la familia
Un seminario menor para Segovia, arraigado en la familia. Queridos diocesanos:Después de haber consultado a la diócesis en diferentes niveles, he llegado a la conclusión de la urgente necesidad de un seminario menor en estrecha relación con las familias que deseen acoger y compartir esta experiencia.
1. Situación actual y sus causas.
El clero envejece. Dentro de cinco años, los sacerdotes diocesanos con edad de jubilación (75 años) dejarán muchos puestos vacíos sin posibilidad de sustitución. Las ayudas que recibimos de sacerdotes extradiocesanos son provisionales. En la actualidad, Segovia sólo tiene un seminarista mayor, lo que significa que en el futuro próximo no se ordene ningún nuevo sacerdote. Sería irresponsable no contemplar este urgente problema sin ofrecer soluciones adecuadas a su gravedad.
En las reflexiones de los diversos consejos y grupos se constatan diversas causas de esta situación: secularización de la sociedad, escaso o nulo compromiso de las familias en la formación cristiana de sus hijos, falta de comunidades vivas en las que se estime la vocación al sacerdocio, ridiculización en diversos ambientes de la fe y de los niños y jóvenes que pretenden vivirla, procesos catequéticos en los que está ausente la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, carencia de testimonio atractivo y de alegría por la vocación en quienes somos sacerdotes, falta de acompañamiento de niños y jóvenes que ayude al discernimiento vocacional. Y otras más que se refieren al modo de entender la vida sin referencia a las preguntas fundamentales del ser humano y a factores sociales y culturales que impiden platearse la cuestión de Dios y la de la entrega a él de por vida.
2. Orar y trabajar por el seminario menor
La diócesis de Segovia debe reaccionar positivamente ante esta situación, avivando sus raíces cristianas y responsabilizándose de modo comunitario de este problema. Debemos orar al Señor con todas nuestras fuerzas. Pero no sólo. Hay que poner la mano en el arado y trabajar para que la llamada de Dios a niños y jóvenes tenga respuesta. Deben hacerlo, en primer lugar, las familias, animando a sus hijos al sacerdocio, si Dios les llama. Los procesos catequéticos y la preparación a los sacramentos de la eucaristía y la confirmación deberían suscitar vocaciones para la Iglesia. Sacerdotes y catequistas debemos discernir los signos de la llamada de Dios y acompañar a quienes los tienen hacia la madurez de la decisión por Cristo.
Para hacer esto posible, queremos recuperar para la diócesis el seminario menor que, como demuestra la experiencia de tantas diócesis, es un cauce para crecer en la vida cristiana y discernir la llamada de Dios. San Juan Pablo II decía que el fin del seminario menor es «prepararse a seguir a Cristo Redentor con espíritu de generosidad y pureza de intención» y lo definía, siguiendo al Concilio Vaticano II, como una escuela de Evangelio «bajo la dirección paterna de sus superiores, secundada por la oportuna cooperación de los padres…un género de vida que se avenga bien con la edad, espíritu y evolución de los adolescentes, y se adapte de lleno a las normas de la sana psicología, sin dejar a un lado la razonable experiencia de las cosas humanas y el trato con la propia familia».
3. Proyecto del seminario
El Seminario alternaría la vida comunitaria durante la semana con la vida familiar del fin de semana, de modo que los padres no queden excluidos del proceso vocacional, sino que participen en él en estrecha colaboración con el Seminario. La importancia de la vida comunitaria ayuda al ejercicio de muchas virtudes y a la formación de la personalidad en todos los aspectos de la vida: oración, estudio, convivencia, trabajo mutuo, generosidad, amistad verdadera, colaboración en las tareas que hacen más agradable y fecunda la vida común. Se trata de ampliar la vida familiar a la comunitaria con niños y adolescentes de su misma edad. Además, la distribución armónica de las diversas tareas —oración, estudio, convivencia y diversión— ayuda al aprovechamiento del tiempo y al rendimiento de las cualidades personales.
Los que participaran en esta experiencia realizarían los estudios en alguno de los colegios concertados de la ciudad, dirigidos por religiosos o religiosas y vivirían en comunidad en las instalaciones del Seminario, preparado para este fin. Junto a la formación propiamente espiritual, de iniciación a la oración y a la vida cristiana, habría, como es natural, tiempo para el deporte y para otras actividades recreativas y culturales que ayudan al cultivo del espíritu y a la maduración de la personalidad.
4. Vida cristiana y discernimiento vocacional
Quiero invitar a los padres a la reflexión sobre esta propuesta. El Seminario menor no es un internado al uso. Es una experiencia de vida común, orientada al discernimiento vocacional de aquellos muchachos que tienen alguna inquietud vocacional o, sin tenerla, quieren progresar en la vida cristiana y están abiertos a la llamada de Dios, si ésta se diera. Lleguen o no al sacerdocio, la experiencia será enriquecedora porque se alimenta de valores espirituales y morales, que, desde el inicio del cristianismo, constituyen el mejor patrimonio pedagógico de la tradición cristiana: me refiero a las virtudes humanas, morales, sobrenaturales; a vivir con austeridad y sencillez; a saber compartir gozosamente cuanto somos y tenemos; a aprender a mirar el mundo como lo mira Dios; a alcanzar desde pequeños el espíritu crítico que ayude a discernir en el futuro lo que más se conforma a la razón humana y al comportamiento de los hijos de Dios; a aprovechar el tiempo y luchar contra la desidia y la vida fácil que se propone con frecuencia a los niños y adolescentes; a aprender el dominio de uno mismo y el respeto a los demás; a madurar afectivamente en el control de la propia sensibilidad y afectividad; a vivir, en definitiva, bajo la acción del Espíritu de Dios que nos trasforma según el modelo que tenemos en Cristo, el Hombre Nuevo.
Estoy convencido de que esta experiencia puede ayudar a niños y adolescentes de nuestra diócesis a descubrir el plan de Dios sobre ellos y será un punto de referencia para quienes sientan en su corazón la llamada de Dios. Pido a los sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral que acojan esta iniciativa y la secunden con convicción, ilusión y entrega. Invito a las familias y comunidades cristianas a seguir reflexionando sobre su responsabilidad en una pastoral vocacional que compromete a toda la diócesis en darse a sí misma los pastores que necesita. Y dirijo a los niños y adolescentes una llamada, como haría el Señor, para que sean generosos y digan sí a Cristo que busca amigos de verdad sin miedo a seguirle y convertirse en colaboradores de su hermosa misión: conducir a los hombres a Dios.
Pongo esta iniciativa y a toda la diócesis en las manos de María, Virgen de la Fuencisla, en este primer centenario de su coronación. Y confiado en su intercesión, le rogamos que, como hizo en las bodas de Caná, le diga a su Hijo: Mira a Segovia, le faltan los sacerdotes que necesita para que siga haciéndose presente ahora y en el futuro tu salvación.
Con mi afecto y bendición.
En Segovia, a 17 de Abril de 2016, Domingo del Buen Pastor.
+ César Franco, Obispo de Segovia.
El valor de un sacerdote
Me sorprende muy negativamente en mis encuentros con los jóvenes, adolescentes y niños que, cuando les insinúo si alguna vez han pensado ser sacerdotes, rechacen la idea, casi instintivamente, como si se les propusiera algo poco o nada estimable. Reaccionan como si dijeran: «¿sacerdote, yo?, ¡qué disparate!». Al preguntarme por esta reacción tan instintiva, y buscando sus posibles razones, pienso en la escasa valoración social de los sacerdotes, en la imagen que pueden tener de nosotros, quizás poco atractiva y estimulante, o sencillamente en el desconocimiento de qué es un sacerdote, «un cura de almas», expresión ya poco usada, que ha quedado reducida a «cura» sin más, dicha con más o menos aprecio. Para un obispo, naturalmente, esto da mucho que pensar. Y al acercarse el día del Seminario, no quiero pasarlo por alto.
Y comenzaré por algo que puede resultar muy fuerte, pero no quiero dejarlo en el tintero. Quien no valora al sacerdote, no valora a Cristo. Es verdad que somos pecadores, que no somos dignos del ministerio recibido, que no podemos ni compararnos mínimamente con él. Sería una pretensión inaceptable. Pero, queramos o no, él nos han hecho ministros suyos, y, con todos nuestros defectos y pecados, tenemos la gracia de hacerlo presente. «Es Cristo quien vive en mí», decía san Pablo. No somos funcionarios de la Iglesia, ni gestores de lo sagrado, ni moderadores de acciones eclesiales, ni simples ejecutores de planes pastorales. ¿Qué somos, pues? Citaré a san Juan Pablo II para apelar a una autoridad indiscutible: «El sacerdote encuentra la plena verdad de su identidad en ser una derivación, una participación específica y una continuación del mismo Cristo, sumo y eterno sacerdote de la nueva y eterna Alianza: es una imagen viva y transparente de Cristo sacerdote» (PDV 12).
Quien se fija sólo en los pecados de los sacerdotes olvida las palabras del Señor: «El que esté libre de pecado, tire la primera piedra». Es verdad, somos pecadores. Todos los somos. Ante Dios, nadie puede presumir de justo. Al sacerdote se le exige más, ciertamente, porque ha recibido un ministerio de gracia y santidad, que le sitúa ante Dios y ante los hombres con una vocación ineludible a la santidad. Pero dicho esto, el sacerdote lleva en sus manos los tesoros de la salvación de Cristo, que, a pesar de su pobreza, sólo él puede conceder. Por eso la estima del sacerdote nace de lo que Cristo ha querido poner en sus manos: la salvación de los hombres en el orden de la gracia. Y un pueblo cristiano que no valora a sus sacerdotes es un pueblo que, en cierto sentido, no es agradecido con lo que Cristo ha hecho instituyendo el sacerdocio de la Nueva Alianza.
En el libro de sus Memorias dice el cardenal J. Daniélou, que «lo mas divino entre las cosas divinas es cooperar con Dios en la vida de las almas». Y esa es la tarea que Cristo ha encomendado a los sacerdotes, porque fue la tarea que Cristo recibió de su Padre. Hoy se valora poco la salvación, la gracia, los sacramentos, la acción de Dios en las almas. Como consecuencia, difícilmente se valorará el ministerio de alguien que se dedica a la «cura de las almas», es decir, a su cuidado, dirección y acompañamiento. Sólo quienes aprecian el hecho de que Cristo ha querido quedarse entre nosotros en la persona misma de quienes tienen autoridad para actuar en su nombre, valoran el misterio que llevamos en nuestros «vasos de barro» y firmarían las palabras de un conversa francesa, Madeleine Delbrel, que salió del ateísmo gracias a la ayuda de algunos sacerdotes, y decía: «La ausencia de un verdadero sacerdote en una vida es una miseria sin nombre; es la única miseria». Quiera Dios que descubran esta verdad los niños, adolescentes y jóvenes, en cuya vida se cruce Cristo, los llame mirándolos a la cara y, dejándolo todo, le sigan alegres de poder ser para los demás «otro Cristo».
+ César Franco
Obispo de Segovia.