Secretariado de Medios

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El Santo Padre convoca el Año especial dedicado a la familia, que se inaugurará el 19 de marzo de 2021, quinto aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Precisamente a partir de la celebración de este aniversario, el Santo Padre ofrecerá a la Iglesia la oportunidad de reflexionar y profundizar en el riquísimo contenido de la Exhortación Apostólica, fruto de un intenso camino sinodal, que aún continúa a nivel pastoral.

La iniciativa, que lleva el nombre de Año “Familia Amoris Laetitia” (www.amorislaetitia.va) y que estará marcada por propuestas e instrumentos pastorales que se pondrán a disposición de las realidades eclesiales y de las familias, concluirá con la celebración del X Encuentro Mundial de las Familias en Roma, en junio de 2022.

 

El año de la “Familia Amoris Laetitia” es una iniciativa del Papa Francisco que se propone llegar a todas las familias del mundo a través de propuestas espirituales, pastorales y culturales que se podrán llevar a cabo en las parroquias, diócesis, universidades, movimientos eclesiales y asociaciones familiares. El objetivo es ofrecer a la Iglesia oportunidades de reflexión y profundización para vivir concretamente la riqueza de la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

La experiencia de la pandemia ha puesto de relieve el papel central de la familia como Iglesia doméstica y la importancia de los lazos comunitarios entre las familias, que hacen de la Iglesia una “familia de familias” (AL 87).

Esta merece un año de celebraciones para que sea puesta en el centro del compromiso y del cuidado de cada realidad pastoral y eclesial.

  • Difundir el contenido de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, para hacer experimentar que el Evangelio de la familia es alegría que “llena el corazón y la vida entera” (AL 200).
  • Anunciar que el sacramento del matrimonio es un don y tiene en sí mismo una fuerza transformadora del amor humano. Para ello es necesario que los pastores y las familias caminen juntos en una corresponsabilidad y complementariedad pastoral entre las diferentes vocaciones en la Iglesia (Cf. AL 203).
  • Hacer a las familias protagonistas de la pastoral familia. Para ello se requiere “un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia” (AL 200), ya que una familia discípula se convierte también en una familia misionera.
  • Concienciar a los jóvenes de la importancia de la formación en la vierdad del amor y el don de sí mismos, con iniciativas dedicadas a ellos.
  • Ampliar la mirada y la acción de la pastoral familiar para que se convierta en transversal, para incluir a los esposos, a los niños, a los jóvenes, a las personas mayores y las situaciones de fragilidad familiar.

Iniciativas y recursos

Aquí se describen algunas de las iniciativas. La invitación, dirigida a todas las   comunidades,   es   a   participar, y a  convertirse   en   protagonistas con otras propuestas a  implementar en la propia Iglesia local (diócesis, parroquias, comunidades eclesiales).

  • Fórum “¿Dónde estamos con Amoris Laetitia? Estrategias para la aplicación de la exhortación apostólica   del   Papa   Francisco”, del 9 al 12 de junio de 2021, con los responsables de las delegaciones de pastoral familiar de las conferencias episcopales, movimientos y asociaciones familiares internacionales.
  • Proyecto “10 Videos Amoris Laetitia”: el Santo Padre explicará los capítulos de la exhortación apostólica, junto con las familias que darán testimonio de algunos aspectos de su  vida  cotidiana.  Cada mes  se difundirá un vídeo para despertar el  interés  pastoral  por  la   familia en las diócesis y parroquias de todo el mundo.
  • # lamChurch : difusión de algunos videos testimoniales sobre el protagonismo eclesial y la fe de las personas con discapacidad.
  • “En camino con las familias”: 72 propuestas pastorales concretas para caminar con las familias inspirándose en Amoris Laetitia. Con vistas al X Encuentro Mundial de las Familias en Roma 2022, se invitan a las diócesis y a las familias de todo el mundo a difundir y profundizar las catequesis que serán distribuidas por  la  diócesis  de  Roma  y a comprometerse con iniciativas pastorales en este sentido.

En camino con las familias

12 Itinerarios con las familias para poner en práctica Amoris Laetitia.

  1. Reforzar la pastoral de preparación al matrimonio con nuevos itinerarios catecumenales a nivel de diócesis y parroquias (cf. AL 205-222) para ofrecer una preparación remota, próxima e inmediata al matrimonio y un acompañamiento de las parejas en los primeros años de matrimonio. Un compromiso confiado de manera especial a los matrimonios que, junto con los pastores, se convierten en compañeros de viaje de los prometidos y de las parejas de recién casados.
  2. Potenciar la pastoral de acompañamiento de los matrimonios con encuentros de profundización y momentos de espiritualidad y oración dedicados a ellos para adquirir conciencia del don y de la gracia del sacramento nupcial {cf. AL 58 ss. y 223-230).
  3. Organizar encuentros para los padres sobre la educación de sus hijos y sobre los desafíos más actuales (cf. AL172 ss. y 259-290). Respondiendo a las indicaciones del Papa Francisco a los padres para tratar de comprender “dónde están sus hijos en su camino” (cf. AL 261).
  4. Promover encuentros de reflexión e intercambio sobre la belleza y las dificultades de la vida familiar (cf. AL 32 ss. y 89 ss.), para impulsar el reconocimiento del valor social de la familia, y la realización de una red de pastores y familias capaces de hacerse cercanos en las situaciones de dificultad a través del anuncio, el compartir y el testimonio.
  5. Intensificar el acompañamiento de las parejas en crisis (cf. AL 232 ss.) para sostener y formar en una actitud resiliente que les lleve a ver las dificultades como oportunidades, para crecer en el amor y hacerse más fuertes.
  6. Insertar a los matrimonios en las estructuras diocesanas y parroquiales para potenciar la pastoral familiar (cf. AL 86-88) y la formación de los agentes de pastoral, de los seminaristas y sacerdotes para que estén a la altura de los desafíos actuales (cf. AL 202 ss.) y colaboren con las familias. Para ello será importante hacer funcionar la reciprocidad entre la “familia-Iglesia doméstica” y la Iglesia {AL 200), para que se descubran y valoren como un don insustituible la una para la otra.
  7. Promover en las familias su natural vocación misionera (cf. AL 201, 230 y 324) creando momentos de formación para la evangelización e iniciativas misioneras (p. ej. con ocasión de la formación para los sacramentos de los hijos, matrimonios, aniversarios o momentos litúrgicos importantes).
  8. Desarrollar una pastoral de las personas mayores (cf. AL 191-193) que tenga como objetivo superar la cultura del descarte y la indiferencia y promover propuestas transversales en relación con las diferentes edades de la vida, haciendo que las personas mayores sean también protagonistas de la pastoral comunitaria.
  9. Involucrar a la pastoral juvenil con iniciativas para reflexionar y confrontarse con temas sobre la familia, el matrimonio, la castidad, la apertura a la vida, el uso de los medios de comunicación social, la pobreza, el respeto por la creación (cf. AL 40). Es necesario poder despertar el entusiasmo y mejorar la capacidad de los jóvenes para comprometerse plenamente con los grandes ideales y los desafíos que éstos implican. Este año se debe prestar especial atención a los niños para que conozcan el Año de la “Familia Amoris Laetitia” y las iniciativas propuestas.
  10. Promover la preparación del X Encuentro Mundial de las Familias con las catequesis y caminos formativos que, a través de diversas etapas y experiencias, acompañen a las familias hacia el Encuentro con el Santo Padre.
  11. Lanzar   iniciativas de acompañamiento y discernimiento para las familias heridas (cf. AL 50 ss., 241 ss. y 291 ss.). para ayudarlas a descubrir y poner en práctica la misión que tienen en su familia y en su comunidad, a partir del Bautismo.
  12. Organizar grupos en las parroquias y comunidades para reuniones de profundización sobre “Amoris Laetitia”, con el fin de sensibilizar sobre las oportunidades pastorales concretas que se presentan en las distintas comunidades eclesiales (cf. AL 199 ss.).

Fuente: Conferencia Episcopal Española

La fiesta de la Sagrada Familia nos introduce en el portal de Belén para adorar el misterio del Dios encarnado en el seno de una familia. Esta familia es sin duda misteriosa por varios motivos: Dios toma carne en el seno de una virgen que permanecerá por siempre en la integridad virginal; José es llamado por Dios para cuidar de la familia e introducir a Jesús en la casas de David de donde nacerá el Mesías; por último, el niño recién nacido es el Hijo eterno de Dios, que, sin perder su condición divina, asume plenamente la condición humana menos en el pecado. Es una familia pobre, humilde, obediente a Dios y, sobre todo, sagrada. Sufrirá persecución, emigración y destierro, y, a la vuelta de Egipto, volverá al pueblecito de María, Nazaret, donde Jesús será conocido como el profeta Nazareno.

Toda familia es sagrada, pues tiene su origen en Dios, autor y señor de la vida. Desde el inicio mismo de la creación, Dios llamó al hombre y a la mujer —en su alteridad y complementariedad insustituibles— a ser una sola carne y a cooperar con él en la procreación. El hombre y la mujer, unidos en alianza de amor, son, por tanto, cooperadores necesarios de Dios en la transmisión de la vida, que es el fruto de su propia entrega de amor. El ámbito del amor y de la entrega mutua es tan sagrado como la vida que en él se produce. Nada ni nadie puede interferir esa acción que tiene por protagonistas a Dios y a los cónyuges. Se explica así que las lecturas de este domingo de la Sagrada Familia ensalcen el plan de Dios sobre el padre, la madre y los hijos, que constituyen una comunidad de amor y de vida en la que todo está orientado al bien común de cada miembro.

Cuidar la familia es, por tanto, la tarea primordial de la sociedad y del Estado que deben poner todos los recursos al servicio de esta institución divina y humana. La familia requiere estabilidad, seguridad jurídica, hogar adecuado, trabajo justo y humanizado, beneficios sanitarios, protección y salvaguarda de los derechos de los padres y de los hijos, educación en todos los niveles. Una sociedad justa debe situar a la familia, como comunidad de personas con sus derechos y obligaciones, en el lugar prioritario de sus políticas.

El libro del Eclesiástico recoge las obligaciones que los hijos tienen para con sus padres, incluso en los momentos difíciles de la vejez con la amenaza de perder las facultades mentales. Lo dice claramente: «Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros […] Hijo mío, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza; aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aún estando tú en pleno vigor» (Eclo 3,3.12-13).

También san Pablo ofrece una tabla de virtudes domésticas orientadas a vivir en familia con misericordia entrañable, bondad y comprensión. Exhorta al sobrellevarse mutuamente y al perdón. En la familia todos se enseñan y corrigen mutuamente mediante el amor y en el ámbito de la acción de gracias al Señor Jesús en cuyo nombre la familia ha sido constituida (Col 3,12-21). Así fue la familia de Nazaret en todos los avatares por los que pasó. En ella, la voluntad de Dios siempre tuvo acogida; y brilló la verdadera humanidad que ha traído Jesucristo en la Encarnación. Se explica, por tanto, que al final del evangelio de hoy se diga de Jesús que «el niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,40). Es difícil imaginar cómo Dios puede crecer. Pero así es. Todo es más comprensible si pensamos que nuestro Dios es también hombre, miembro de la familia humana. Y eso sólo es posible si cada familia concreta se convierte en escuela de humanidad.

 

+ César Franco
Obispo de Segovia.

rueda de prensa balance2

El Obispo de Segovia, don César Franco Martínez, ha hecho esta mañana un balance del año que está a punto de terminar. En su tradicional encuentro con motivo de las fechas navideñas con los medios de comunicación que trabajan en la Diócesis, ha aprovechado también para avanzar algunos eventos que se producirán a lo largo del próximo 2021.

Así, ha querido comenzar asegurando que, aunque la actividad diocesana se ha visto condicionada por la pandemia, no se han dejado de llevar a cabo las actividades más fundamentales. Fue en marzo cuando llegó el confinamiento, prácticamente nada más terminar el encuentro de obispos y vicarios de la región en Villagarcía de Campos.

Desde entonces, la mayoría de los eventos quedaron supeditados al avance de la Covid-19 y las restricciones sanitarias. De esta forma, festividades como la Semana Santa, el Corpus Christi o la Misa Crismal se vieron alteradas, celebrándose de una manera más íntima y sencilla que nunca. Emotivo fue el funeral diocesano con el que, en palabras del prelado, «se quiso dar una despedida digna a las víctimas de la Covid» .

Motivos para la alegría

Las órdenes religiosas de la Diócesis también han sido noticia. Por una lado, los Padres Carmelitas salieron del Santuario del Henar de Cuéllar después de décadas de labor allí. Y al santuario acudieron las Carmelitas Samaritanas del Sagrado Corazón, junto a D. Carlos García Nieto, sacerdote cuellarano cedido por la Diócesis de Toledo. Como ha recordado don César, la alegría también llegó de la mano de las Misioneras Oblatas de María Inmaculada, agradeciendo que una nueva comunidad se instale en nuestra Diócesis. Y de los monjes jerónimos, que recibieron agradecidos una carta personal del Papa Francisco por la efeméride de san Jerónimo.

Cuéllar y su comarca también tienen algo importante que celebrar, este año hemos conocido que el Papa ha concedido un Año Jubilar Henarense con motivo del IV centenario de la fiesta de la Virgen del Henar.

Uno de los «acontecimientos más gozosos», como ha destacado Monseñor Franco, fue la ordenación diaconal de Álvaro Marín, el primer ordenado en más de una década en la Diócesis. Y, aunque invadido por la tristeza, el homenaje a Pilar Jiménez Huertas con la concesión del Premio San Alfonso Rodríguez a título póstumo sirvió para recordar a una mujer «servicial donde las hubiera, en todo sentido».

Este repaso ha concluido con otra buena noticia, ya que don César ha revelado que por el belén instalado en el claustro del Seminario ya han pasado más de 3.000 personas.

Servicio generoso y gratuito

En definitiva, el Obispo de Segovia ha remarcado que durante todo este año la Iglesia diocesana ha realizado un «importante y muy valorado» servicio de acompañamiento en los hospitales, ha alentado en la esperanza a las familias que despedían a sus seres queridos en los cementerios, y ha asistido de una u otra forma a quienes lo han requerido hasta el punto de que «Cáritas se ha visto casi desbordada».

Junto a esto, un «ejército de solidaridad» que, en los momentos más difíciles, fabricó pantallas, mascarillas y demás material de protección para entregar a quienes luchaban contra el virus en primera línea.

Mirada al frente

De cara al futuro, don César espera poder ordenar pronto como presbítero a Álvaro Marín y retomar su visita pastoral a los arciprestazgos. Asimismo, ha avanzado la próxima celebración de una Asamblea Presbiteral en la que reflexionar sobre el futuro de las vocaciones y la organización diocesana. Destacando que 2021 será Año Jubilar de San José y que la familia será fundamento de la reflexión pastoral en el V aniversario de la encíclica papal Amoris laetitia.

Finalmente, el obispo ha felicitado la Navidad asegurando que «estas fiestas no nos las puede arrebatar nadie» porque el mensaje más gozoso que podemos recibir es que no estamos solos, porque «llevamos a nuestro lado a Dios en la persona de Jesús».

 

LOGOTIPO DIOCESIS DE SEGOVIA 2

 

La Diócesis de Segovia cuenta ya con con una imagen corporativa con la que englobar bajo un mismo paraguas a todos los que forman parte de ella. De esta forma, se consigue la finalidad buscada: que los valores que la diócesis representa queden recogidos en una imagen que pueda ser reconocible e identificable por todos aquellos que la contemplen.

Es importante tener en cuenta que la Diócesis es una porción del Pueblo de Dios de la que formamos parte todos los bautizados y que peregrina en un lugar concreto, la provincia de Segovia. Con el Sr. Obispo como padre y pastor de todos los que forman esta comunidad cristiana, la misión abarca tres ámbitos: evangelización, caridad, y culto, liturgia y religiosidad popular.

Está constituida por parroquias las cuales, para coordinar su misión, se agrupan en nueve zonas, los arciprestazgos. En el ámbito más humano, al frente se encuentra Monseñor César Franco Martínez, quien recibe la asistencia de los sacerdotes. Ambos, asesorados por grupos de laicos que forman los consejos pastorales. FInalmente, el obispo lleva a cabo el cuidado pastoral a través del Obispado, formado por quienes gestionan los diferentes ámbitos de la vida de la Iglesia diocesana.

¿Qué nos representa a todos los segovianos? ¿Cómo identificamos a la Iglesia en Segovia? ¿Cómo transmitimos todo lo que nos representa? Los segovianos nos sentimos identificados con el Acueducto, símbolo por excelencia de la ciudad que es un monumento de piedra formado, esencialmente, por arcos. Los mismos que podemos encontrar en la gran mayoría de iglesias de la provincia.

Por este motivo, la nueva imagen de nuestra DIócesis está compuesta por dos elementos: un arco formado por varios más pequeños con una línea abierta, y una cruz que ocupa un lugar preferencial. La imagen es sencilla, representada en una gama cormática que permite claridad y que, en conjunto, transmite que somos Iglesia y que somos Segovia.

Todo ello acompañado de un lema, «Bienvenidos», con el que aspiramos a que todas las personas comprendan y sientan que las puertas de la Diócesis están abiertas para cada uno de ellos, independientemente de su condición. Por eso, no duden que en la Diócesis de Segovia serán siempre bienvenidos.

La Diócesis de Segovia no busca otra cosa que cumplir con su misión, transmitiendo los valores que emanan del Evangelio de Jesucristo y subrayando que la Iglesia en Segovia está disponible para todos “24/7”: todo el día en todo el territorio buscando el bien integral desde una actitud de gratuidad y generosidad. En definitiva, la Iglesia de Segovia es un lugar de acogida para todos, donde cualquiera es bienvenido sin que se sienta excluido.

Jesús posee dos títulos que revelan su identidad: Hijo de Dios e Hijo de David. Hijo de Dios se remonta a la eternidad. El Hijo existe desde siempre. Hijo de David se refiere a la dinastía de la que, según los profetas, nacería el Mesías, que reinaría para siempre como pastor de su pueblo. Las dos perspectivas, la eterna y la histórica, se cruzan en la persona de Jesús, tal como el ángel dice a María en el Evangelio que se proclama en este último domingo de Adviento. Por una parte, le comunica que «el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios»; y, por otra, le habla de su dignidad regia: «El Señor le dará el trono de David, su padre […] y su reino no tendrá fin». Estas últimas expresiones pueden confundir al lector porque Jesús no se ha sentado en el trono de David. El hecho de que al rey David se le prometiera un descendiente que reinaría para siempre suscitó la expectativa de que el Mesías fuera un nuevo David. Así se explica que José, padre adoptivo de Jesús, pertenezca a la casa de David y reciba la misión de introducir a Jesús en la descendencia del rey Mesías, quien, como sabemos, era pastor de ovejas. Por eso, en el relato del nacimiento de Jesús, dice Lucas que «José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Galilea, llamada Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén» (Lc 2,4).

Cuando Jesús es proclamado Hijo de David se confiesa, por tanto, su condición de Mesías que viene a cuidar de su pueblo. En la entrada triunfante en Jerusalén, sus habitantes lo reciben aclamándolo: «Hosanna, al Hijo de David» (Mt 21,9). Con esta alabanza, confesaban la condición de Jesús como Mesías.

Los dos títulos de Jesús —Hijo de Dios e Hijo de David— expresan magistralmente el misterio de su persona: su condición divina y su participación en la historia de los hombres mediante la encarnación. María, al recibir el anuncio del ángel, consiente en ser madre del Hijo del Altísimo e Hijo de David. De ahí que, al final del Adviento, se proclame este gozoso anuncio que se cumplirá en la Nochebuena. El niño que nace en Belén es el Mesías anunciado por los profetas que viene a ejercer su realeza pastoreando a su pueblo. No en vano los primeros que reciben la noticia de su nacimiento son pastores del mismo pueblo donde David cuidaba también del rebaño de su padre. Este hecho no es un dato bucólico que el evangelista utiliza para dar al relato un aire idílico. Los pastores eran considerados por la espiritualidad farisea un gremio al margen de la ley porque con frecuencia metían sus rebaños en pastos que no eran suyos. Eran, por tanto, considerados «pecadores» públicos que no tendrían acceso al reino de Dios. El anuncio a los pastores y el gozo con que acuden a adorar al Mesías recién nacido, al Salvador, tiene un especial interés teológico: revela desde el inicio de la vida de Jesús que no ha venido a buscar a los justos sino a los pecadores; y expresa que son ellos los primeros en recibir la buena noticia del nacimiento de Hijo de Dios e Hijo de David. Lucas, llamado el evangelista de la misericordia, sitúa, por tanto, a los pecadores en el primer plano del portal de Belén para decirnos que ha llegado el reino de la misericordia y que hasta los excluidos, según los clichés farisaicos de quienes se creen justos, son los primeros en adorar a Dios y llevarle sus pobres ofrendas, que en realidad son el símbolo de los pecados. Esto es, en definitiva, lo que ha buscado el Hijo de Dios al encarnarse entre nosotros: tener compasión de los hombres y ofrecerles el regalo de su misericordia. Por eso, los enfermos le suplicaban gritando: «Hijo de David, ten compasión de mí».

 

+ César Franco
Obispo de Segovia.

 

 


 cáritas web

La organización caritativa presenta la campaña institucional para esta Navidad y hace balance de la atención prestada en un año complicado para todos

 

La Navidad es una época de alegría, aunque este año la pandemia empañe un periodo que se va a ver marcado por la ausencia de muchas personas, aquellas que han fallecido y aquellas que no van a poder reunirse a causa de las limitaciones impuestas. Pero también habrá quien no pueda brindar con champán ni comer turrón porque no tenga medios suficientes. «Cáritas está con todas esas personas», ha recordado el director de Cáritas Segovia, Mariano Illana, en la presentación de la campaña institucional de la organización para esta Navidad. 

El consiliario de Cáritas dioceseana, don Jesús Riaza, ha querido aprovechar para recordar las recientes palabras del Papa Francisco, quien aseguró que esta Navidad no va a ser sino una oportunidad para recuperar su esencia y el sentido más profundo para vivirlas de una forma diferente. En definitiva, aquella primera Navidad fue también una historia de migrantes que tras deambular por muchos lugares y serles negado el asilo, tuvieron que dar a luz en un lugar tan insospechado como un pesebre. Una historia que nos recuerda, como ha recordado Riaza, a todos esos migrantes que llegan a nuestras costas en patera viviendo algo parecido.

«Esta Navidad, más cerca que nunca»

La campaña insitucional de Cáritas para esta época lleva el lema «Esta Navidad, más cerca que nunca». Como ha asegurado el consiliario, esta época nos provoca una «conmoción interior» que nos invita a entender, más aún en este tiempo de pandemia, que una vida más austera, es posible, «que otro mundo es posible». Por esto, según ha subrayado, Cáritas da un paso adelante para aceptar y asumir la realidad. Un paso adelante con la luz para iluminar a las personas, para ser solidarios, capaces de hacer un consumo razonable y compartir con aquellos que están solos, «también en los barrios de Segovia».

Esa soledad, ha destacado Jesús Riaza, afecta a los mayores principalmente, pero también a los jóvenes. Por eso, nos ha invitado a «salir de la rutina, sacudirnos nuestros hábitos de vida para comprender el dolor y tratar de ayudar y ser solidarios».

«Gracias a ti, pueden elegir»

Ayudar a las personas es lo más imgracias a tiporante en Cáritas, como ha querido destacar el gerente de la organización, Samuel Hernández. En esa línea, ha subrayado que la intención de Cáritas es siempre dignificar la atención poniendo a la persona en el centro. Por este motivo, se ha desarrollado un nuevo programa, que lleva en marcha desde el mes de julio, bajo el lema «Gracias a ti, pueden elegir». La finalidad no es otra que «empoderar a las personas para que sean independientes, dotándolas de las herramientas y recursos necesarios para ello», en palabras del gerente. 

De esta forma, el proyecto consiste en dejar de entregar alimentos físicos y facilitar a cada persona la elección en función de sus creencias, cultura o necesidades físicas y médicas. Algo que se hace proporcionando a las personas una tarjeta prepago (servicio que permite un total anonimato al usuario) con la que poder adquirir los productos necesarios. Unas tarjetas que, en palabras de Mariano Illana, se cargan mensualmente en función del número de integrantes y características de cada familia con un seguimiento y fiscalización de los gastos por parte de los trabajadores sociales. Desde su puesta en marcha, han sido alrededor de 25 las tarjetas activadas para prestar atención alimentaria.

Asimismo, entre otras acciones, Samuel Hernández ha querido destacar una en redes sociales mediante la que los usuarios pueden colar una foto con una estrella de Belén y el mensaje: «esta Navidad quiero estar más cerca que nunca #CadaGestoCuenta». Además, ponen a la venta unas bolsas de tela con la colaboración de la ilustradora Misspink por el precio de 14 euros para colaborar con la organización, merchandising que puede adquirirse por el momento en la sede de Cáritas y en otros establecimientos como la lilbrería Cervantes o EntreLibros.

Balance de atenciones 

En este año tan difícil y duro para todos, las respuestas de Cáritas diocesana de Segovia a personas demandantes de asistencia han supuesto hasta el mes de noviembre un 30.9% más que en todo el año pasado, hasta las 19.870. Un número que ha sido especialmente significativo en el segundo y cuarto trimestre del año, coincidiendo precisamente con los momentos de mayor incidencia del coronavirus. 

En cuanto a las residencias de mayores, la pandemia ha ocasionado un rechazo o miedo a los ingresos, como ha subrayado Mariano Illana quien ha asegurado que las gestionadas por Cáritas cuentan con algo más de un tercio de plazas libres, algo que en años anteriores era impensable puesto que contaban con listas de espera de acceso que podían superar el año. No obstante, también ha querido remarcar que en los centros residenciales de la organización diocesana no se contabiliza ningún contagio desde hace meses.

En el caso de la de Sepúlveda, las obras ya han terminado, aunque todavía se está a la espera de completar los permisos de la Gerencia de Servicios Sociales para poder proceder a su reapertura. Tanto la caída de la demanda como la espera para reabrir este centro suponen un golpe económico para Cáritas, como han señalado tanto su gerente como el director, quien ha reconocido que la situación es similar a la de la crisis de 2008, cuando muchas familias sacaron a los mayores de los centros residenciales por el desempleo y ser las pensiones el único ingreso de las familias.

Viernes, 11 Diciembre 2020 13:53

LA VIDA ES UN DON, LA EUTANASIA UN FRACASO

 

Nota de la Conferencia Episcopal Española ante la aprobación en el Congreso de los Diputados de la ley de la eutanasia

 

 

1.- El Congreso de los Diputados está a punto de culminar la aprobación de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. La tramitación se ha realizado de manera sospechosamente acelerada, en tiempo de pandemia y estado de alarma, sin escucha ni diálogo público. El hecho es especialmente grave, pues instaura una ruptura moral; un cambio en los fines del Estado: de defender la vida a ser responsable de la muerte infringida; y también de la profesión médica, «llamada en lo posible a curar o al menos a aliviar, en cualquier caso a consolar, y nunca a provocar intencionadamente la muerte». Es una propuesta que hace juego con la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes en el mundo.

2.- La Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación expresa del papa Francisco publicó la Carta Samaritanus bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida. Este texto ilumina la reflexión y el juicio moral sobre este tipo de legislaciones. También la Conferencia Episcopal Española, con el documento Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida, ofrece unas pautas clarificadoras sobre la cuestión.

3.- Urgimos a la promoción de los cuidados paliativos, que ayudan a vivir la enfermedad grave sin dolor y al acompañamiento integral, por tanto también espiritual, a los enfermos y a sus familias. Este cuidado integral alivia el dolor, consuela y ofrece la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda la vida humana, incluso en el sufrimiento y la vulnerabilidad.

4.- La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida y ha suscitado solicitud por los cuidados, al mismo tiempo que indignación por el descarte en la atención a personas mayores. Ha crecido la conciencia de que acabar con la vida no puede ser la solución para abordar un problema humano. Hemos agradecido el trabajo de los sanitarios y el valor de nuestra sanidad pública, reclamando incluso su mejora y mayor atención presupuestaria. La muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral. Por el contrario, frente a la muerte como solución, es preciso invertir en los cuidados y cercanía que todos necesitamos en la etapa final de esta vida. Esta es la verdadera compasión.

5.- La experiencia de los pocos países donde se ha legalizado nos dice que la eutanasia incita a la muerte a los más débiles. Al otorgar este supuesto derecho, la persona, que se experimenta como una carga para la familia y un peso social, se siente condicionada a pedir la muerte cuando una ley la presiona en esa dirección. La falta de cuidados paliativos es también una expresión de desigualdad social. Muchas personas mueren sin poder recibir estos cuidados y sólo cuentan con ellos quienes pueden pagarlos.

6.- Con el Papa decimos: «La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza». Invitamos a responder a esta llamada con la oración, el cuidado y el testimonio público que favorezcan un compromiso personal e institucional a favor de la vida, los cuidados y una genuina buena muerte en compañía y esperanza.

7.- Pedimos a cuantos tienen responsabilidad en la toma de estas graves decisiones que actúen en conciencia, según verdad y justicia.

8.- Por ello, convocamos a los católicos españoles a una Jornada de ayuno y oración el próximo miércoles 16 de diciembre, para pedir al Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana. Invitamos a cuantas personas e instituciones quieran unirse a esta iniciativa.

Nos acogemos a Santa María, Madre de la Vida y Salud de los enfermos y a la intercesión de San José, patrono de la buena muerte, en su año jubilar.

Ante la inminencia de la Navidad, el tercer domingo de Adviento nos invita a la alegría, a la oración y a la acción de gracias. Esta es la voluntad de Dios —dice san Pablo— para nosotros. No puede ser más actual.
La alegría es la nota característica del cristiano, que se reconoce salvado en medio de sus pruebas de la vida. Es la alegría de la presencia del Salvador en la escena del mundo. No es una alegría barata, festivalera y efímera de lo que dura una noche de fiesta. Es la alegría eterna de Dios que quiere compartirla con nosotros para no dejarnos solos en el drama de vivir. Es la alegría de los hombres de buena voluntad que reconocen en el Niño de Belén al Dios escondido. Es la alegría del desierto que se convierte en un jardín. Así lo dice Isaías: «Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos» (Is 61, 10-11).

Junto a la alegría, está la oración y la acción de gracias. Son los himnos que cantamos ante los pueblos como expresión de la comunión que establece Dios entre los hombres de todas las culturas. Nos llamamos católicos porque no queremos que ningún pueblo se sienta privado de la salvación de Dios, y porque queremos compartir nuestro gozo con todos los hombres y con la creación entera que espera también la llegada del redentor para decirle: «Alabado seas, mi Señor». «El Creador —dice el Papa Francisco— no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado» (Laudato si´, 13).

Pero, ¿cómo alcanzar esta alegría? San Pablo nos ofrece el camino: «No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno. Guardaos de toda clase de mal» (1 Tes 5,19-22). Pocas palabras, pero un programa de vida. La vida cristiana no es auténtica si no dejamos que el Espíritu ilumine y guíe nuestros pasos. Necesitamos avivar cada día la presencia del Espíritu en nosotros que nos llena de sus dones y carismas. Decir cristiano es decir hijo de Dios y «hombre espiritual», que se deja conducir por el Espíritu que nos ha ungido y nos ha hechos semejantes a Cristo. Por eso, san Pablo añade «no despreciéis las profecías». Con esta expresión no se refiere a las palabras de los profetas ni invita a los cristianos a adivinar el futuro. Profecía es la palabra que hace presente a Dios en la sociedad, que anuncia su salvación y predispone, por tanto, a recibir el evangelio. Todos los cristianos participamos de la condición profética de Cristo, que nos permite hablar en su nombre e identificar su presenta en la historia actual. De ahí que nadie puede profetizar sin el Espíritu de Cristo, es decir, en comunión con él. El falso profeta se anuncia y se refiere a sí mismo; el verdadero, siempre remite a Cristo.

Solo en esta comunión con el Espíritu de Cristo, podemos realizar las últimas recomendaciones del apóstol: Examinar todo, quedarse con lo bueno, guardarnos de toda clase de mal. En síntesis, se nos invita al discernimiento, actitud básica del cristiano. En un mundo tan variado y complejo como el nuestro, debemos aplicar los sentidos espirituales para discernir lo bueno de lo malo, lo que humaniza y deshumaniza, lo que libera y esclaviza. Sólo así, nos quedaremos con lo bueno y, con prudencia, nos guardaremos de toda clase de mal. Esta es la actitud de quien desea permanecer «sin mancha hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo». He aquí el programa del Adviento.

 

+ César Franco
Obispo de Segovia.

papa san josé

 

Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra: con estas palabras el Papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora. Lo hace en la Carta apostólica Patris corde, publicada ayer con motivo del 150 aniversario de la declaración del Esposo de María como Patrono de la Iglesia Católica. De hecho, fue el Beato Pío IX con el decreto Quemadmodum Deus, firmado el 8 de diciembre de 1870, quien quiso este título para san José. Para celebrar este aniversario, el Pontífice ha convocado, desde hoy y hasta el 8 de diciembre de 2021, un "Año" especial dedicado al padre putativo de Jesús. En el trasfondo de la Carta apostólica, está la pandemia de Covid-19 que -escribe Francisco- nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como san José, "el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta". Y sin embargo, el suyo es "un protagonismo sin igual en la historia de la salvación".

Padre amado, tierno y obediente

San José, de hecho, expresó concretamente su paternidad al haber hecho de su vida una oblación de sí mismo en el amor puesto al servicio del Mesías. De ahí su papel como "la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento ", "siempre ha sido amado por el pueblo cristiano" (1). En él, "Jesús vio la ternura de Dios", la ternura que nos hace “aceptar nuestra debilidad", porque "es a través y a pesar de nuestra debilidad" que la mayoría de los designios divinos se realizan. "Sólo la ternura nos salvará de la obra" del Acusador, subraya el Pontífice, y es al encontrar la misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que podemos hacer "una experiencia de verdad y de ternura", porque “Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona” (2). José es también un padre en obediencia a Dios: con su "fiat" salva a María y a Jesús y enseña a su Hijo a "hacer la voluntad del Padre". Llamado por Dios a servir a la misión de Jesús, "coopera en el gran misterio de la redención y es verdaderamente un ministro de la salvación" (3).

Padre en la acogida de la voluntad de Dios y del prójimo

Al mismo tiempo, José es "un padre en la acogida", porque "acogió a María sin poner condiciones previas", un gesto importante aún hoy -afirma Francisco- "en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente". Pero el Esposo de María es también el que, confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los acontecimientos que no comprende, dejando de lado sus razonamientos y reconciliándose con su propia historia. La vida espiritual de José no “muestra una vía que explica, sino una vía que acoge”, lo que no significa que sea "un hombre que se resigna pasivamente". Al contrario: su protagonismo es "valiente y fuerte" porque con "la fortaleza del Espíritu Santo", aquella "llena de esperanza", sabe “hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia”. En la práctica, a través de san José, es como si Dios nos repitiera: "¡No tengas miedo!", porque "la fe da sentido a cada acontecimiento feliz o triste" y nos hace conscientes de que "Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas". Y no sólo eso: José "no buscó atajos", sino que enfrentó "‘con los ojos abiertos’ lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona". Por ello, su acogida “nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles” (4).

Padre valiente y creativo, ejemplo de amor a la Iglesia y a los pobres

Patris corde destaca "la valentía creativa" de san José, aquella que surge sobre todo en las dificultades y que da lugar a recursos inesperados en el hombre. "El carpintero de Nazaret -explica el Papa- sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia". Se enfrentaba a "los problemas concretos" de su familia, al igual que todas las demás familias del mundo, especialmente las de los migrantes. En este sentido, san José es "realmente un santo patrono especial" de aquellos que, "forzados por las adversidades y el hambre", tienen que abandonar su patria a causa de "la guerra, el odio, la persecución y la miseria". Custodio de Jesús y María, José "no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia", de su maternidad y del Cuerpo de Cristo: cada necesitado, pobre, sufriente, moribundo, extranjero, prisionero, enfermo, es "el Niño" que José guarda y de él hay que aprender a "amar a la Iglesia y a los pobres" (5).

Padre que enseña el valor, la dignidad y la alegría del trabajo

Honesto carpintero que trabajó "para asegurar el sustento de su familia", José también nos enseña "el valor, la dignidad y la alegría" de "comer el pan que es fruto del propio trabajo". Este significado del padre adoptivo de Jesús le da al Papa la oportunidad de lanzar un llamamiento a favor del trabajo, que se ha convertido en "una urgente cuestión social", incluso en países con un cierto nivel de bienestar. "Es necesario comprender", escribe Francisco, "el significado del trabajo que da dignidad", que "se convierte en participación en la obra misma de la salvación" y "ocasión de realización" para uno mismo y su familia, el "núcleo original de la sociedad". Quien trabaja, colabora con Dios porque se convierte en "un poco creador del mundo que nos rodea". De ahí la exhortación del Papa a todos a "redescubrir el valor, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva ‘normalidad’ en la que nadie quede excluido". Mirando en particular el empeoramiento del desempleo debido a la pandemia de Covid-19, el Papa llama a todos a "revisar nuestras prioridades" para comprometerse a decir: “¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” (6).

Padre en la sombra, descentrado por amor a María y Jesús

Siguiendo el ejemplo de la obra "La sombra del Padre" del escritor polaco Jan Dobraczyński, el Pontífice describe la paternidad de José respecto de Jesús como "la sombra del Padre celestial en la tierra". "Nadie nace padre, sino que se hace", afirma Francisco, porque se hace "cargo de él”, responsabilizándose de su vida. Desgraciadamente, en la sociedad actual "los niños a menudo parecen no tener padre", padres capaces de "introducir al niño en la experiencia de la vida", sin retenerlo ni "poseerlo", pero haciéndolo "capaz de elegir, de ser libre, de salir". En este sentido, José tiene el apelativo de "castísimo", que es "lo contrario a poseer": él, de hecho, "fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre", "sabía cómo descentrarse" para poner en el centro de su vida no a sí mismo, sino a Jesús y María. Su felicidad está "en el don de sí mismo": nunca frustrado y siempre confiado, José permanece en silencio, sin quejarse, pero haciendo "gestos concretos de confianza". Su figura es, por lo tanto, ejemplar, señala el Papa, en un mundo que "necesita padres y rechaza a los amos", que refuta a aquellos que confunden "autoridad con autoritarismo, servicio con servilismo, confrontación con opresión, caridad con asistencialismo, fuerza con destrucción". El verdadero padre es aquel que "rehúsa la tentación de vivir la vida de los hijos" y respeta su libertad, porque la paternidad vivida en plenitud hace "inútil" al propio padre, "cuando ve que el hijo ha logrado ser autónomo y camina solo por los senderos de la vida". Ser padre "nunca es un ejercicio de posesión", subraya Francisco, sino "un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior", al "Padre celestial" (7).

La oración diaria del Papa a san José y ese "cierto reto"

Concluida con una oración a san José, Patris corde revela también, en la nota número 10, un hábito de la vida de Francisco: cada día, de hecho, "durante más de cuarenta años", el Pontífice recita una oración al Esposo de María "tomada de un libro de devociones francés del siglo XIX, de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María". Es una oración que "expresa devoción y confianza" a san José, pero también "un cierto reto", explica el Papa, porque concluye con las palabras: “Que no se diga que te haya invocado en vano, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder”.

Indulgencia plenaria para el "Año de San José"

Junto a la publicación de la Carta apostólica Patris corde, se ha publicado el Decreto de la Penitenciaría Apostólica que anuncia el "Año de San José" especial convocado por el Papa y la relativa concesión del "don de indulgencias especiales". Se dan indicaciones específicas para los días tradicionalmente dedicados a la memoria del Esposo de María, como el 19 de marzo y el 1 de mayo, y para los enfermos y ancianos "en el contexto actual de la emergencia sanitaria".

Fuente: Vatican News

Puede descargar y leer la CARTA APOSTÓLICA PATRIS CORDE aquí

Miércoles, 09 Diciembre 2020 08:29

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