Secretariado de Medios

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CARTEL WEB

 

El 23 de abril conmemoramos cada año el Día del Libro (y de Castilla y León). Para celebrar esta efeméride, y por vez primera, la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Segovia ha organizado un acto de lectura continuada. El evento se desarrollará en la mañana del sábado 22 de abril de 2023 en la Casa de la Lectura, biblioteca municipal del Ayuntamiento de Segovia.

«Piedras vivas, palabras que alumbran» es el título de esta iniciativa pionera. «Cada piedra es un legado, un testimonio y es un proyecto abierto, en camino. Como cada uno de nosotros. El Patrimonio de la Humanidad son, somos, sobre todo, no las piedras, sino las personas, de toda época y condición que con su vida, dan vida y sentido a estas piedras», reza el texto explicativo elaborado por un profesor de Religión.

El objetivo es ofrecer una propuesta educativa y cultural abierta a todos, más allá de condiciones personales o ideologías, todos unidos por el amor a la belleza y a la comunicación que construye y crea.

Desde las 11h de la mañana y hasta las 14h, representantes de diferentes ámbitos diocesanos, así como representantes de las instituciones públicas, asociaciones y medios de comunicación presentes en Segovia leerán textos de distintos autores, géneros literarios y recursos expresivos, relacionados con el título escogido para el acto.

Las lecturas estarán acompañadas de imagen y música, en un acto abierto a toda la sociedad segoviana.

Finalmente, desde la Delegación de Enseñanza, agradecen al Ayuntamiento de Segovia y a la Casa de la Lectura su plena disponibilidad para albergar esta novedosa iniciativa.

CARTEL III CONCURSO 2023 WEB

 

Coincidiendo con la celebración de «El Tiempo de la Creación» (del 1 de septiembre al 4 de octubre) y con el VII Aniversario de la Encíclica ‘Laudato Si’, la Diócesis de Segovia convoca el III Concurso de Fotografía «Tiempo de la Creación», con el objetivo de admirar la belleza de la creación y prestarla atención, captar sus detalles y concienciar de que el cuidado de la creación es responsabilidad de todos.

El objetivo es que los participantes, a través de las fotografías que presenten, muestren la concienciación, sensibilización y actuación de la sociedad en general y de cada uno de sus componentes, con independencia de su edad o de cualquier otra característica personal o social, para que protejan su entorno (ya sea el medio natural, rural o urbano) y adopten actitudes que favorezcan un desarrollo sostenible y solidario de nuestra provincia.

De esta forma, el concurso versará sobre el lema «Desde que sale el sol, hasta su ocaso» centrándonos este año en la luz y la vida, que nos invitan a admirar la naturaleza y la dignidad del ser humano.

Los participantes podrán acceder a una de las tres categorías propuestas: infantil (de 6 a 11 años), juvenil (de 12 a 17 años) y adulta (de 18 años en adelante) y podrán presentar un máximo de dos fotografías por persona. Así, se concederá un premio para cada categoría, consistiendo en la entrega de un ejemplar de la Encíclica ‘Laudato Si’ y la cantidad de 100 euros en categoría infantil, 200 euros en juvenil y 400 euros en la categoría adulta.

Como requisito indispensable, las obras presentadas tienen que ser originales e inéditas y habrán sido realizadas en cualquier lugar de la provincia de Segovia. Además, no se admitirán fotografías manipuladas digitalmente, ni virajes de color o montajes fotográficos.

Las fotografías podrán presentarse o enviarse, acompañadas de la documentación personal requerida, hasta el próximo 31 de mayo de 2023 en la sede del Obispado de Segovia, calle Seminario, 4, 40001 Segovia con horario de entrega, de lunes a viernes, de 10.00 a 14.00h.

Los premios se entregarán el sábado 1 de julio de 2023, coincidiendo con la inauguración de la exposición de las fotografías presentadas al certamen en la Sala de las Caballerizas del Torreón de Lozoya de Segovia. Muestra en la que también podrán contemplarse pinturas de diferentes parroquias de la Diócesis, y que estará abierta hasta el 31 de julio.

 

PUEDE CONSULTAR Y DESCARGAR LAS BASES AQUÍ O PINCHANDO EN EL BANNER DE LA PÁGINA PRINCIPAL

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CARTEL CAMPAMENTOS PLAYA 2023 SIN QR

 

 

CAMPAMENTOS WEB2La Escuela Diocesana de Educadores de Tiempo Libre —EDETIL— ya está preparada para la temporada de verano. El buque insignia de la escuela, los campamentos de playa abren el plazo de preinscripción el próximo lunes día 17 para todos aquellos niños y adolescentes que quieran disfrutar de un verano diferente en el albergue de San Pedro de Benquerencia (Lugo).

            Un año más desde la Diócesis se han programado dos turnos. El primero, del 3 al 13 de julio, destinado a los nacidos entre el 2007 y el 2009. El segundo, desde el mismo día 13 hasta el 23 de julio, para los nacidos entre el 2010 y el 2013. Diez días para disfrutar de juegos de playa, talleres de manualidades, increíbles veladas, marchas a la montaña, momentos de oración, gymkanas por el pueblo, popular kermesse, y mucho más. Durante el tiempo que los chavales estén disfrutando en el campamento, estarán acompañados por una veintena de monitores, responsables del buen funcionamiento y la seguridad de los acampados.

            El precio para los diez días es de 380 euros, en los que está incluido el transporte, la estancia, la comida, y el seguro. Existen descuentos para familias numerosas, así como se mantienen los convenios de colaboración con Cáritas Diocesana de Segovia y la Asociación de Caridad San Vicente de Paúl para la reserva de plazas de familias en situación de vulnerabilidad.

            La preinscripción, que habrá de realizarse a través del formulario disponible en la página web de EDETIL, estará abierta desde el lunes 17 de abril hasta el domingo 7 de mayo. A partir del 8 de mayo, se informará a través de correo electrónico de los admitidos y la lista de espera. Posteriormente, la inscripción formal y entrega de documentación tendrá lugar entre los días 15 a 19 de mayo.

            Toda la información y el proceso a seguir está debidamente detallado en www.edetil.org. Para más detalles, pueden ponerse en contacto con la escuela en los teléfonos 650 414 740 / 921 461 177, a través del correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. o en la cuenta de Instagram @edetilsegovia

Jueves, 13 Abril 2023 08:24

«Una vida nueva» II Domingo de Pascua

El segundo domingo de Pascua, llamado también de la Divina Misericordia, pone de relieve la primera consecuencia de la resurrección de Cristo: el nacimiento de la Iglesia. Los teólogos de la crítica liberal, que negaban la resurrección como hecho histórico, se las veían y deseaban para explicar dos cosas que, sin la resurrección, carecen de lógica. La primera es el nacimiento del domingo como día del Señor. La segunda, el nacimiento de la comunidad de la Iglesia. El cambio del sábado al domingo en el seno del judaísmo, solo se explica si en ese día sucedió algo que superaba las expectativas de los discípulos de Jesús. Del mismo modo, el nacimiento de la Iglesia tiene justa explicación si Jesús se mostró vivo y resucitado a los apóstoles que no daban crédito al anuncio de las mujeres.

            La resurrección supuso una auténtica revolución en el judaísmo. No fue solo el paso de la incredulidad a la fe, sino la comprensión de que se había operado un cambio sustancial en la humanidad: si la muerte había sido vencida, todo adquiría una dimensión nueva. De ahí que la resurrección se entendiera como una «nueva creación» que da sentido a la primera y, de hecho, la redime. Los primeros cristianos entendieron esto con toda claridad. En el libro de los Hechos se describe la primera comunidad como una forma de vivir completamente nueva: la comunión de bienes, que se hacía libremente, expresaba la transformación realizada por la resurrección del Señor. Más aún, el texto de los Hechos de los Apóstoles afirma que este modo de vivir gozaba de la aprobación y simpatía de la gente que se unía a ellos para participar de esa novedad. El testimonio de los cristianos era tan atrayente que se convertía, como había prometido Jesús en el discurso de despedida, en el mejor camino de evangelización. Es muy significativo el comentario de san Lucas al describir la vida de los cristianos: «eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando» (Hch 2,47).

            Este carácter evangelizador de la vida de los cristianos se ha repetido en la historia del cristianismo siempre que se ha comprendido la resurrección como un giro copernicano en la forma de vivir. El apóstol Pablo exhorta a los Colosenses a vivir aspirando a las cosas de arriba, lo cual no quiere decir que deban abandonar este mundo. Se trata de dejarse llevar por el Espíritu de la Vida que el Resucitado ha insuflado en la Iglesia, de forma parecida a lo que hizo Dios en la creación cuando insufló en Adán la vida y lo convirtió en un ser vivo. Jesús sopla sobre sus apóstoles y les insufla su propio espíritu para que sean capaces de llevar adelante la misión que les confía.

            En sus exhortaciones habituales, el Papa Francisco insiste en esta idea para que los cristianos no hagamos del cristianismo una idea o filosofía (mucho menos una ideología), sino que vivamos la fe enraizada en la vida, y ofrezcamos a los demás nuestra propia experiencia de conversión. Para hacer esto, tenemos que dejarnos transformar por la fuerza del Resucitado. Es obvio que en la Iglesia primitiva existía el pecado, la división, la incoherencia. Los escritos del Nuevo testamento no nos ofrecen una imagen idílica de la Iglesia. Sin embargo, la fuerza de la gracia se dejaba sentir en quienes abrazaban la fe en Cristo con la certeza de que se trataba de una forma de vivir distinta de la pagana.

            También hoy necesitamos vivir así. El peligro de ideologizar la fe es real. La falta del testimonio de vida puede reducir la fe a propaganda, a un activismo sin consistencia y, en el peor de los casos, a lo que se ha llamado la «apostasía silenciosa» que es el gran drama de Europa.

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Martes, 04 Abril 2023 08:44

REVISTA DIOCESANA ABRIL 2023

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MISA CRISMAL 02

 

En esta mañana de Lunes Santo, la S.I. Catedral ha vuelto a acoger al presbiterio de la Diócesis de Segovia en la celebración de la Misa Crismal. Una Eucaristía presidida por el obispo D. César Franco, que esta vez no ha podido ser acompañado por del MISA CRISMAL 03
Obispo Emérito, D. Ángel Rubio. Una celebración, habitualmente especial en el marco de la Semana Santa, en la que se ha bendecido el Santo Crisma y los sagrados óleos de catecúmenos y enfermos. Asimismo, y como es preceptivo en esta Eucaristía, los sacerdotes de la Diócesis han renovado las promesas que realizaron al comenzar su ministerio sacerdotal, y que tienen origen en esa llamada personal que Cristo les hizo y a la que respondieron con un «sí».

             En su homilía, Mons. César Franco ha señalado que esta celebración, la Misa Crismal, «nos remite al ambiente del jueves santo cuando Jesús celebra con los suyos la eucaristía». Para, a renglón seguido asegurar que: «Esta catedral se convierte en el cenáculo de la intimidad con Jesús, lugar de misterios y confidencias, de secretos y verdades que nos revela como enviado del Padre: nos sitúa en la antesala de la pasión y de la gloria. Somos la estirpe que ha bendecido el Señor, su pueblo sacerdotal y sus ministros que, ungidos como él, son enviados para anunciar la buena noticia a quienes sufren en su cuerpo y en su espíritu. Cada uno de nosotros ha recibido la unción del Espíritu para formar parte de este pueblo».

 

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MISA CRISMAL 04

A continuación reproducimos al completo la homilía pronunciada por Monseñor César Franco Martínez en la Misa Crismal que puede descargar pinchando aquí

 

«El amor de Cristo nos urge»

Homilía para la misa crismal

(Segovia, 3 de abril de 2023)

 

Esta celebración de la misa crismal nos remite al ambiente del jueves santo cuando Jesús celebra con los suyos la eucaristía. Esta catedral se convierte en el cenáculo de la intimidad con Jesús, lugar de misterios y confidencias, de secretos y verdades que nos revela como enviado del Padre: nos sitúa en la antesala de la pasión y de la gloria. Somos la estirpe que ha bendecido el Señor, su pueblo sacerdotal y sus ministros que, ungidos como él, son enviados para anunciar la buena noticia a quienes sufren en su cuerpo y en su espíritu. Cada uno de nosotros ha recibido la unción del Espíritu para formar parte de este pueblo que, según Isaías, «será célebre entre las naciones» (Is 61,9). Ya se entiende que no es celebridad mundana.

            Cuando Jesús entró en la sinagoga para la liturgia del sábado, dio sentido al texto de Isaías que hemos proclamado aplicándoselo a sí mismo. Ha llegado el único que puede leer con todo derecho en primera persona el texto del profeta: «Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír». Es el Ungido de Dios, «el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que ha de venir», según el Apocalipsis. Es el que puede darse a sí mismo el nombre que Dios reveló a Moisés: «Yo soy». Aquí y ahora, el Señor nos lo recuerda para que no pensemos que la Unción que él nos deja, y sus frutos, es obra e institución nuestra. Somos su pueblo, sus vástagos, sus sacerdotes y ministros. Nada de lo que hace la Iglesia puede hacerse sin él. Sólo en su nombre y persona se nos da la unción para que la llevemos a los hombres como don y regalo de la salvación de Cristo. Si miramos hacia atrás escuchamos a Jesús que nos dice: «Hoy se cumple esta Escritura»; si miramos hacia el futuro, nos dice también: «Mirad, viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron» (Apc 1,7).

            Vivimos, por tanto, entre el cumplimiento de la profecía y la consumación final. En Cristo se ha cumplido la Escritura; cuando vuelva, consumará la salvación. Vivimos en el tiempo de la Iglesia, de la esperanza, de la salvación ofrecida a todas las naciones, que pone al hombre ante la decisión a favor o en contra de Cristo. En este tiempo, el Espíritu es el impulsor de la obra de Cristo hacia la consumación final. Nosotros no podemos precipitar la historia hacia su final ni garantizar lo que conviene en cada momento ni ofrecer solución definitiva al drama del hombre, con sus implicaciones sociales, políticas y culturales. Tampoco Jesús lo hizo durante su ministerio entre los hombres. Como él, somos enviados para anunciar la buena noticia a los pobres, para consolar y sanar a los afligidos, para abrir las puertas de este pueblo sacerdotal a quienes deseen entrar. Para cumplir con esta misión, tenemos lo único y necesario que la hace posible: «El Espíritu de Dios está sobre mí». Es el Espíritu de la verdad y de la unidad en el amor.

            Gracias al Espíritu nos mantenemos unidos. Él nos cohesiona con la unción que se extiende desde la Cabeza, que es Cristo, hacia todos los miembros del Cuerpo. En cuanto ungidos, los cristianos laicos hacen presente la salvación de Cristo como fermento en la masa, con la vida indestructible que han recibido en el bautismo, en la confirmación y en los demás sacramentos. El Señor ha hecho con vosotros «un pacto perpetuo». Sois pueblo sacerdotal que ofrece a Dios el culto de la propia vida, del trabajo, de la edificación de la iglesia y de la sociedad. Dios os da su «salario fielmente» cada vez que actuáis en su nombre y para su gloria. Dios es fiel.

            Para que podáis realizar el sacerdocio bautismal y regio, Dios os ha dado en vuestros hermanos presbíteros, el servicio inestimable de su ministerio que visibiliza al único y definitivo Pastor y Obispo de nuestras almas, que es el Señor Jesús, el Ungido. Vivimos por tanto en una estrecha e indivisible relación, gracias a los sacramentos de Cristo, que nos permite, a pesar de nuestros fallos y pecados, estar unos al servicio de otros sin competencias estériles ni rivalidades sobre quiénes son los más importantes, los primeros. La unción de Cristo es para que el Cuerpo se mantenga unido en todos sus miembros. Sólo así podemos vivir la sinodalidad que desea el Papa Francisco. La fuente de la sinodalidad está en Cristo, Camino, Verdad y Vida. Si vivimos en él con la gracia de los sacramentos, caminaremos en él y confesaremos la Verdad. Sin el Espíritu de Dios nadie puede decir que Jesús es el Cristo, y nadie puede vivir unido a él, puesto que es el Espíritu el que da cohesión y vida a los miembros. El Espíritu de la unidad.

              Gracias a la unción bautismal y sacerdotal vivimos unidos a Cristo como sarmientos a la vida. Si caminamos en él, confesaremos la verdad y poseeremos la vida eterna. Nos lo ha dicho el texto del Apocalipsis: «Al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre, a él la gloria y el poder por los siglos». Todos nosotros sabemos hasta qué punto Cristo nos ama y nos redime cada día. La respuesta a este amor solo puede ser la correspondencia de dar la vida por los hermanos, como dice la primera carta de Juan. Este es el secreto de la fecundidad de la iglesia. Si decimos que hemos conocido el amor, solo podemos amar como él nos amó. He aquí el gran reto de cada cristiano y de la totalidad de la Iglesia. Esto significa la bendición de los óleos y la consagración del Crisma. Si el Señor ha querido hacer del aceite, útil y sencilla criatura, el cauce del sacramento, ¡qué no habrá querido hacer con nosotros al elegirnos miembros suyos y ministros de su gracia! ¿Cabe mayor confianza y responsabilidad?

            Al contemplar cómo Dios recrea el universo por medio del aceite, una sencilla criatura que ni ama ni tiene libertad, ¿cuál será su plan sobre nosotros? Más aún. En nuestras manos ha puesto su iglesia, que es el germen de la humanidad recreada. Nos envía, ungidos por el Espíritu, para predicar el evangelio, sanar al hombre de sus males y librarlo de pecado. Nos cede su lugar para que actuemos en su nombre. Si miramos el mundo con los ojos de Dios, sabremos qué necesidad tiene de Dios, de su gracia, y de nosotros. Es cierto que los hombres no nos dicen: ¡os necesitamos! En verdad, pero no es preciso que nos lo digan. Nosotros lo sabemos, a no ser que pequemos de indiferencia. Sí, hermanos sacerdotes, el mundo nos necesita porque necesita a Cristo, a Dios, a esta pobre casa de pecadores que es la iglesia. Necesita la palabra de la verdad y de la vida. ¡Hay tanto dolor, sufrimiento, violencia, guerra, corazón endurecido! ¡Hay tanta mentira, manipulación y oscuridad que estaríamos ciegos si no lo viéramos y, en consecuencia, si no acudiéramos en ayuda de quienes lo padecen! No se equivoca Isaías cuando dice que el Mesías viene a cambiar las cenizas por una diadema, el duelo por perfume de fiesta y un vestido de alabanza por un espíritu abatido (Is 61,3).

            Vayamos, pues, sin tardanza. No esperemos a que los hombres vengan a solicitar nuestro servicio. No podemos retener en nuestras manos el aceite de la salvación. La caridad nos urge, dice Pablo. Vayamos con la prisa de María para ayudar a Isabel. Con la prisa de Jesús para encender este mundo con su fuego. Con la fidelidad de los santos que era fuente de energía y creatividad. Vayamos a nuestro mundo, porque Dios lo ama y le ha entregado a su Hijo como signo de su amor infinito. Eso basta. Y, aunque experimentemos rechazo, recordemos que ya lo dijo el Señor que nos unió a su destino. Vayamos y cantemos sus misericordias. Amén.

 

+ César Franco

Obispo de Segovia.

Con ocasión de los diez años del Papa Francisco se han escrito artículos que abundan en perspectivas sociopolíticas y escasean en las teológicas y eclesiales.  Consciente o inconscientemente, se considera que el Papa está por encima de la Iglesia y puede actuar en ella como quiera. Quienes se felicitan porque Francisco ha acabado con un ejercicio del papado al estilo de un monarca absoluto, le critican que no haya hecho reformas en la doctrina sobre el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino, el aborto y la eutanasia o el celibato. Se le exige, por tanto, que sitúe su ministerio «sobre la Iglesia» y no «en la Iglesia». Como explica la eclesiología, el primado de Pedro sólo puede ejercerse en la obediencia a la Escritura y a la Tradición porque el Papa es un discípulo de Cristo que no puede situarse por encima de la Iglesia en cuestiones esenciales a su estructura y a la verdad cuyo origen se remonta a la creación y a la redención. ¿Es tan difícil entender que el aborto y la eutanasia son terribles atentados contra la vida y su Creador? Ningún Papa puede decir lo contrario. El Papa debe «obediencia a la fe» (san Pablo) como cualquier cristiano. Con la muerte del último apóstol se cierra el proceso constituyente de la Iglesia, de manera que, tanto el Papa como los obispos, son custodios de ese proceso que deben respetar. Es verdad que la exposición del dogma evoluciona de forma homogénea (L. Scheffczyk), pero no cambia su contenido, sino el modo de presentarlo. En cuestiones como el celibato, de derecho eclesiástico, el Papa tiene potestad para cambiar la disciplina, pero, como decía san Juan XXIII, el hecho de ser Papa no le autoriza sin más a dar un vuelco a una venerable y fecunda praxis eclesial. Digamos de pasada que también en la Ortodoxia existe el celibato. Los sacerdotes se casan antes de recibir la ordenación, no después. Y los obispos, que suceden a los apóstoles y poseen en plenitud el sacerdocio, son elegidos entre los monjes, que, sin excepción, son célibes.

            Cuestiones como el sacerdocio femenino y el matrimonio de personas homosexuales no entran en el ámbito de las decisiones papales, sencillamente porque su autoridad está limitada por lo que Dios ha hecho en la creación —ley natural— y Cristo ha determinado para la Iglesia con autoridad divina. Por esta razón, el documento de san Juan Pablo II sobre el sacerdocio femenino afirma que la Iglesia «no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres», lo que «debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia» (Ordinatio sacerdotalis). Si se estudian con seriedad las razones, se entenderá por qué el Papa Francisco afirma que en esta declaración se ha dicho la última palabra. No sólo es cuestión de fe, sino de razón (lógica y teológica).

            Decir que este Papa no ha hecho cambios doctrinales es desconocer que por «doctrina» no solo se entiende lo referido al dogma, sino a las cuestiones que se derivan de él. Y Francisco, en este sentido, ha hecho cambios y avances doctrinales. Si por cambios de doctrina se entiende cambios en la fe y en la moral, el Papa es consciente de los límites de su autoridad en la Iglesia. Todos los papas sin excepción están marcados por el signo de la contradicción de Cristo y tienen que asumir la incomprensión de quienes entienden su ministerio desde el poder absoluto y no desde el servicio. Ya le dijo claramente Jesús a Pedro que, cuando fuera viejo, le llevarían a donde no quisiera, en clara alusión al martirio. No es el Papa quien tiene que cambiar su chip, es la sociedad la que debe conocer mejor qué es la Iglesia y qué lugar ocupa en ella el ministerio de Pedro.

FIRMA DIGITAL OBISPO recortada

Viernes, 03 Marzo 2023 12:58

REVISTA DIOCESANA MARZO 2023

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foto web iglesia en castilla grande

Este martes ha concluido el Encuentro de Obispos, Vicarios y Arciprestes de Iglesia en Castilla que, durante dos jornadas, se ha celebrado en el Seminario diocesano de Ávila. En torno a un centenar de participantes se han dado cita en la ciudad amurallada, en lo que ha supuesto el primero de los encuentros presenciales desde que comenzó la pandemia. Y esto se ha traducido en reencuentros llenos de abrazos. Pero, sobre todo, en dejar patente las ganas de reavivar ese camino común emprendido desde hace 40 años entre las diócesis de Zamora, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Ávila, Valladolid, Segovia, Palencia, Burgos y Osma-Soria.

El Sínodo ha centrado todas las sesiones de trabajo. Y es que este Encuentro ha supuesto una suerte de “fase regional” (por así decirlo) del proceso sinodal en el que está inmersa la Iglesia en este momento. De hecho, uno de los puntos fuertes de estas dos jornadas ha sido la presentación de las conclusiones a las que han llegado las distintas diócesis en la primera fase del Sínodo.

Iluminados por el Espíritu tras la Lectio Divina con la que comenzó el Encuentro el lunes (dirigida por el Obispo de Zamora), y tras haber reflexionado sobre lo que es y supone el discernimiento comunitario (gracias a la ponencia del jesuita Luis María García Domínguez), era el momento perfecto para reconocer nuestra realidad en aras a seguir caminando en sinodalidad. De esta manera, en la tarde del lunes, se han mostrado las inquietudes, preocupaciones y anhelos de toda la Iglesia en Castilla en el momento actual.

Como se indicaba en esta presentación, subyace una melodía común en estas síntesis de todas las diócesis: no somos demasiado distintos en estas Iglesias de Castilla, aunque también se perciben los matices especiales de las diversas diócesis con sus características peculiares y sus historias recientes.

Esta “síntesis de las síntesis diocesanas” ha dejado la puerta abierta para, a partir de este Encuentro de Ávila, seguir caminando en sinodalidad como región. Un documento sobre el que se ha trabajado por grupos durante la jornada del martes, para plasmar de forma más concreta ese rumbo al que se dirigen nuestras Iglesias particulares, con el doble acento de la animación a los pastores y el crecimiento de la participación de los laicos y la vida consagrada en la comunión y misión de la Iglesia.

El Encuentro ha tenido también momentos de oración y de fraternidad. Como el rezo de Vísperas con el que concluía la jornada del lunes y que se realizó en el Monasterio de la Encarnación, lugar donde Santa Teresa de Jesús pasó la mayor parte de su vida, y templo jubilar en este Año Santo Teresiano que se está viviendo en la diócesis de Ávila. O la Eucaristía conjunta en la capilla del Seminario, con la que concluía a media tarde del martes el Encuentro, y que ha estado presidida por el Cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo emérito de Valladolid. Asimismo, los participantes tuvieron la oportunidad de conocer dos joyas del románico abulense en una visita que tuvo lugar en la noche del lunes: la basílica de San Vicente, y la iglesia de San Andrés.

CEE Rosa Y Maria

Las segovianas Rosa y María protagonizaron la campaña del año pasado

 

Un total de 32.494 segovianos marcaron la ‘X’ de la Iglesia en su declaración de la renta correspondiente a la campaña de 2022 (IRPF 2021). Un aumento de 173 declaraciones con asignación a favor de la Iglesia Católica con respecto al ejercicio anterior, lo que supone un incremento en el número de apoyos y de recursos para seguir atendiendo a quienes más lo necesitan.

            Si bien el porcentaje de declaraciones con asignación ha sufrido una ligerísima variación negativa (-0,46%), el importe asignado por los contribuyentes asciende a 979.689 euros, por lo que se ha incrementado notablemente (82.209€) respecto al ejercicio anterior.

            Rafael de Arcos, ecónomo de la Diócesis, valora muy positivamente este aumento tanto en el número total de declaraciones, como en el global del importe asignado, lo que «nos permite ayudar más ante el crecimiento de las necesidades sociales en un contexto económico complicado». Asimismo, el ecónomo agradece el compromiso de cada segoviano para sostener la actividad de la Iglesia diocesana, así como para contribuir a cambiar las vidas de quienes más lo necesitan con un gesto tan sencillo como es marcar la ‘X’ de la Iglesia en la declaración de la renta.

 RESULTADOS DE LA ASIG NACIÓN TRIBUTARIA. IRPF 2021 CAMPAÑA RENTA 2022

Datos generales

La Diócesis de Segovia se sitúa pues en la tendencia positiva registrada tanto en Castilla y León como en España. En la región, un total de 535.993 contribuyentes marcaron la ‘X’ a favor de la Iglesia, lo que supone un 41,7% de las declaraciones, traduciéndose en un importe asignado de 16.607.440 euros. Con estos datos, Castilla y León se sitúa como la quinta Comunidad Autónoma con más ‘X’ a favor de la Iglesia Católica, siendo también la quinta en porcentaje de asignación. Asimismo, se sitúa en el noveno puesto del listado de regiones en las que aumenta el número de declaraciones a favor de la Iglesia, con un incremento de 2.083.

            En los datos presentados esta mañana en la Conferencia Episcopal por el vicesecretario para Asuntos Económicos, Fernando Giménez Barriocanal, y el director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, José María Albalad Aiguabella, se constata que ha aumentado en 84.201 el número de declaraciones en favor de la Iglesia (más del doble que en el año anterior), lo que supone un importante respaldo a la labor de la institución.

            En conjunto, más de 8,5 millones de españoles marcan la casilla de la Iglesia teniendo en cuenta las declaraciones individuales y las conjuntas, lo que supone el 31,29% de las declaraciones presentadas. El importe total asignado a la Iglesia se sitúa en los 320.723.062 euros. De media, la aportación que recibe la Iglesia de cada contribuyente que marca la casilla de la X es de 37,73 euros. 

            Si la cantidad percibida está en relación con la capacidad y fortaleza económica que hay en cada provincia, los mecanismos de distribución tienen como criterio la solidaridad y la comunión entre las diversas diócesis. De modo que las diócesis que están en provincias con rentas altas ayudan a sostener a las diócesis de la España despoblada y, por tanto, con menor capacidad para su sostenimiento. Es un auténtico mecanismo de comunión eclesial de recursos que permite mantener la acción pastoral en lugares en los que, de otro modo, sería casi imposible.