Martes, 22 Mayo 2018 19:47

Las puertas cerradas , II D. Pascua

El evangelio del segundo domingo de Pascua afirma dos veces que los discípulos estaban reunidos «con las puertas cerradas». Y también dos veces dice que Jesús entró y «se puso en medio de ellos». Para el Resucitado no hay obstáculo que le impida estar con los suyos.

            Quiero detenerme en el hecho de las puertas cerradas, debido al miedo a los judíos. Los apóstoles pensaban que seguirían la suerte de Jesús y morirían como él. Lo llamativo de este miedo, justificado humanamente, es que la primera vez que se les aparece el Resucitado, se alegran de verlo y él, a su vez, soplando sobre ellos, les otorga el Espíritu Santo para perdonar los pecados y los envía  al mundo como él fue enviado por su Padre. Aún así, seguían con las puertas cerradas como se afirma en la segunda aparición en la que el apóstol Tomas es el protagonista. ¿Cómo es posible que tuvieran miedo si el Resucitado les

La mañana de la Resurrección debió ser un constante ir y venir al sepulcro. Desde el momento en que la Magdalena da la señal de alarma sobre la desaparición del cadáver de Jesús, es de suponer que los apóstoles y las mujeres galileas que habían acompañando a Jesús en Jerusalén fueran al sepulcro a comprobar con sus propios ojos que estaba vacío. No sorprende, pues, que los evangelios discrepen sobre el desarrollo de los hechos en esa primera mañana de Pascua.

            Tres personajes destacan por su importancia en el evangelio de Juan sobre esta primera visita al sepulcro. María Magdalena, la primera en hallarlo vacío, que corrió a comunicar a Pedro y Juan el suceso. Dice el evangelio que los dos apóstoles salieron corriendo -en esa mañana todos corrían- hacia al sepulcro para constatar lo sucedido. Merece destacarse un dato entrañable contado por su protagonista. Dice que los dos corrían juntos

Domingo, 20 Mayo 2018 20:06

Domingo de Ramos

La Semana Santa es el centro del año litúrgico de la Iglesia. La liturgia de estos días reproduce los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Cristo y centra la atención en la persona de Jesús, que es el protagonista central de lo que se conoce como historia de salvación. Todas las miradas se centran en el Hijo de Dios que, levantado en la cruz sobre la tierra y resucitado de entre los muertos, ha dividido la historia en un antes y después de Cristo.

            Para entender bien la Semana Santa hay que tener en cuenta que en ella culmina una historia que Dios ha realizado a través de sucesivas alianzas con el hombre, desde Adán hasta Cristo. Nada entenderíamos, por ejemplo, del Jueves Santo si olvidamos el sacrificio del cordero pascual que el pueblo judío realizaba año tras año para celebrar el fin de la esclavitud de Egipto. La palabra pascua, que proviene del griego, da nombre

 

            Una nota característica de la fe cristiana es su dimensión misionera. Si Cristo se presenta a sí mismo como el Salvador del hombre, es obvio que debe ser anunciado a todos los pueblos. La Iglesia es una casa abierta a todas las naciones, lenguas y culturas, porque Cristo, como decía san Juan Pablo II, es un derecho de todos los hombres.

En el evangelio de este último domingo de Cuaresma, la mirada a la totalidad de los pueblos llamados a adherirse a Cristo aparece en un hecho que es más que una simple anécdota. Dice san Juan que entre la gente venida  a  Jerusalén a celebrar la Pascua, había algunos griegos, sin duda simpatizantes con la fe judía, que manifestaron al apóstol Felipe su deseo de ver a Jesús. Felipe lo comentó con Andrés y ambos fueron a decírselo a Jesús. Éste, en lugar de complacer de inmediato sus deseos, hace un breve discurso lleno

Domingo, 20 Mayo 2018 20:01

Un año más, día del Seminario

            «Según van pasando los años, comprendemos mejor la seriedad del problema de la escasez de vocaciones al sacerdocio en nuestra diócesis. Si en el Seminario han entrado durante el presente curso sólo dos jóvenes y nadie ha sido ordenado sacerdote, y no se ve que los próximos años las cosas, si Dios no lo remedia, vayan a cambiar notablemente, las bajas que los años, la enfermedad y la muerte producirán en el clero segoviano, no podrán ser cubiertas dentro de muy poco tiempo. Bastantes centros de culto no podrán ser atendidos cada domingo y, además, faltarán sacerdotes para los diferentes campos que exige la nueva evangelización y la nueva forma de sociedad que se asentará en nuestras tierras».

            Mons. Antonio Palenzuela escribía esto, como obispo de Segovia, el año 1992 para el día del Seminario. Han pasado 26 años y la situación no ha mejorado. El

Domingo, 20 Mayo 2018 19:55

La luz y las tinieblas , IV Cuaresma

El evangelio del cuarto domingo de Cuaresma arroja mucha luz sobre una cuestión que en ocasiones atormenta al creyente: ¿Cómo será el juicio de Dios al final de nuestra vida? La imaginación nos traiciona cuando nos representamos el juicio con la imagen de un tribunal humano en el que se sopesan los actos del hombre desde categorías jurídicas. Dios es juez, ciertamente, pero es Padre, es Luz, Verdad y Amor. Lo primero que dice Jesús es que Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por él. Dios desea como nadie la salvación del hombre, y así lo enseña Jesucristo con sus palabras y obras. Dios, escribe un teólogo, «no tiene ningún interés en condenar al hombre».

Entonces, ¿qué significa la condenación? Hoy escuchamos en el evangelio estas palabras de Jesús a Nicodemo: «El que cree en el Hijo no será juzgado; el que no cree ya est a amar.  se convierte en infierno, incluso aquellos a los que estamos

Domingo, 20 Mayo 2018 19:53

La autoridad del amor, III Cuaresma

Vivimos tiempos en que el concepto de autoridad ha entrado en crisis. Los sociólogos dicen que las nuevas generaciones se sienten desvinculadas y desarraigadas. Quienes ostentan la autoridad -padres, maestros, tutores- reconocen las enormes dificultades para ejercerla sin que tal ejercicio sea interpretado como una invasión de la libertad personal. Se afirma que vivimos en una sociedad «sin padres ni maestros». El Papa Francisco ha dicho recientemente que «está teniendo lugar un conflicto generacional sin precedentes» que consiste en la ruptura con los valores de la tradición que impide mirar el futuro con esperanza. 

Cuando Jesús expulsa a los comerciantes y cambistas de monedas del templo de Jerusalén, las autoridades religiosas le preguntan sobre la «autoridad» para actuar así. No critican el hecho, pues era un gesto profético laudable, sino que le piden explicaciones sobre su autoridad para hacerlo, dado que sólo el Mesías podía realizar la

Domingo, 20 Mayo 2018 19:48

Transfiguración, II Cuaresma

En un mundo tan hedonista como el nuestro, todo dolor o sufrimiento es considerado un sinsentido. Huimos de todo lo que pueda producir malestar o aproximarnos a la experiencia del padecer. Nos parece que nada humano puede aportar el sufrimiento cuando sucede inesperadamente en nuestra vida. Conocemos, sin embargo, experiencias que demuestran lo contrario. Personas que, ante el dolor, han sacado lo mejor de sí mismos, se han recreado en cierta medida y han superado lo que Scheler denominaba «frivolidad metafísica» dirigiendo todas sus energías para afrontar la prueba del dolor, la enfermedad y la muerte. Entendemos a Dostoyeski cuando decía que sólo tenía miedo a no ser digno de sus padecimientos.

Cuando Jesús comunica a sus apóstoles que sube a Jerusalén para morir, desata en el grupo de los Doce, y sobre todo en Pedro, una tormenta de repulsa y rechazo a la cruz. Hasta el punto de que Jesús llama a Pedro “Satanás” porque intenta apartarle de su camino. Un

La cuaresma siempre es gracia por la sencilla razón de que nos pone en camino hacia la Pascua que es el acontecimiento central de la salvación. ¿Quién no se siente necesitado de salvación? ¿Quién no aspira a la pureza de corazón? ¿Quién no se sabe totalmente pobre cuando se trata de salvarse a sí mismo? Decía G. Greene que, «si conociéramos el porqué de las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas». Este mundo, herido por el pecado, como tantas veces nos recuerda el Papa Francisco al tratar de la ecología, necesita ser salvado en su totalidad. Y el hombre, como cima de la creación, con mayor razón, pues de su corazón obstinado proceden muchos de los males que afectan a toda la creación. También de mi corazón y del tuyo. No somos una excepción. Todos necesitamos la gracia de la renovación que nos llega con la Pascua.

            La actitud del hombre ante la Cuaresma es abrirse a la

Domingo, 20 Mayo 2018 19:43

La fe razonable, VI TO

En tiempos de Jesús la lepra era signo de maldición y castigo por el pecado. Los leprosos eran malditos. Debían vivir fuera de las ciudades, excluidos de toda convivencia. Quien tenía contacto con ellos se hacía impuro. Se explica así que la curación de la lepra era una bendición que traería el Mesías. Por eso, cuando a Jesús le preguntan si él es el Mesías, se limita a decir lo que hace: «Los leprosos quedan limpios».

            El evangelio de este domingo narra la curación de un leproso, que, rompiendo las normas de su tiempo, se acerca a Jesús y, postrado de rodillas, le suplica: «Si quieres, puedes limpiarme». El evangelista dice que a Jesús se le conmovieron las entrañas, le tocó, y usando las mismas palabras del leproso, se las devolvió con la curación: «Quiero, queda limpio». Ha bastado la súplica.

            Ahora bien,