A medida que nos acercamos a la Pascua, la liturgia dominical revela progresivamente el misterio de Cristo. Se orienta sobre todo hacia los catecúmenos, que recibirán el bautismo en la vigilia pascual, para que comprendan lo que Cristo aporta a la vida del hombre. Para llevar adelante esta pedagogía, la Iglesia utiliza relatos evangélicos de milagros en los que se hace patente quién es Jesús de Nazaret. En este cuarto domingo de Cuaresma se narra la curación del ciego de nacimiento en la piscina de Siloé.

Con este milagro, el evangelista Juan quiere dramatizar una verdad que

 

Es llamativa la vergüenza de muchos cristianos a la hora de hablar de Dios en nuestras conversaciones habituales. Disfrazado de respeto a la intimidad, el hecho de sacar el tema de Dios nos parece intromisión en la vida del otro. Dios ha llegado a ser, en el lenguaje ordinario, un tema tabú, exclusivo de la conciencia individual. La Iglesia, sin embargo, nos invita a evangelizar, algo imposible si no hablamos de Dios. El Papa Francisco propone en Evangelii Gaudium el método de persona a persona: «Llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los más desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una

La aspiración más profunda del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es contemplar a Dios cara a cara. Saciarse con la belleza de su rostro. El pecado oscurece en ocasiones este deseo y lo relega hasta al olvido y la indiferencia. Pero está ahí, anclado para siempre en el corazón del hombre. «Al despertar (de la muerte) me saciaré de tu semblante», dice el salmo 17. En el Antiguo Testamento se dice que nadie puede ver a Dios y seguir con vida. El hombre mortal no puede soportar la luz y la belleza del Dios tres veces santo, cuya trascendencia desborda los límites de nuestra pequeñez. Cuando Moisés pidió ver a Dios cara a cara, éste sólo le mostró su espalda. También Elías

 En las vísperas de este primer domingo de Cuaresma, el sábado 4 de Marzo, entra en vigor en toda España la nueva edición del Misal Romano. El Misal, junto al Leccionario, son los dos libros más importantes de la Liturgia latina. El Leccionario contiene las lecturas de la Palabra de Dios que se leen durante el año, y el Misal, las oraciones, prefacios y plegarias eucarísticas de las celebraciones del año, incluidas las memorias y fiestas de los santos y las misas votivas y por diversas circunstancias.

La nueva edición no cambia nada sustancialmente. Incorpora la traducción de la Biblia de la

Sábado, 25 Febrero 2017 07:33

Domingo VIII (A): Los dos señores

 

Para comprender el evangelio de este domingo, se debe partir de la premisa que pone Cristo: «Nadie puede servir a dos señores, porque despreciará a uno y amará al otro: o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero». Servir al dinero significa dedicar la vida a almacenar riquezas. Y hay un proverbio que dice: «el dinero es un buen servidor pero un mal patrón». El dinero sirve para hacer obras buenas, loables empresas al servicio de la sociedad, limosnas y caridad con los necesitados. Pero es un mal patrón que esclaviza a quien se dedica a acumular tesoros viviendo para sí y dando la

Sábado, 18 Febrero 2017 08:24

Domingo VII (A): Amar a los enemigos.

 

El amor a los enemigos es una de las revelaciones más importantes de Cristo. El Antiguo Testamento prohíbe la venganza y manda amar al prójimo como a uno mismo, pero se entendía el prójimo como el miembro del pueblo de Israel. La conducta con los enemigos se regía por otros cánones. El «ojo por ojo y diente por diente» justificaba la venganza como se justifica hoy en determinados credos y culturas. Amar a quien me odia o me persigue parece un precepto contra natura. La sed de venganza  habita en el corazón del hombre. Lo vemos a nivel individual y colectivo. Los jefes de los pueblos responden con muerte a la muerte, con masacre a la masacre. Y

Viernes, 10 Febrero 2017 10:49

Domingo VII (A): La conciencia de Jesús.

           En el sermón de la montaña, que leemos en estos domingos, Jesús afirma que no ha venido a abolir la Ley y los Profetas sino a dar plenitud. Para un no judío, estas palabras podían resultar extrañas; para un judío resultaban escandalosas. La Ley, dada por Dios a Moisés, era la norma de vida de Israel. Y los Profetas, sus intérpretes más autorizados. Dar plenitud a algo significa que está inacabado, sin la debida perfección. Y esto, insisto, resultaba inaceptable para un judío. Por eso, a continuación Jesús afirma, dirigiéndose a los suyos: «si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de

Sábado, 04 Febrero 2017 09:48

Domingo V (A): Luz y sal del mundo

 

Dice U. Luz que cuando Jesús califica a los cristianos de luz y sal del mundo y nos compara con una ciudad edificada sobre el monte, se refiere «al pueblo cristiano de a pie». La Iglesia es un pueblo con vocación de testimonio público. No hemos nacido para recluirnos en los templos, ni mucho menos en las sacristías. Jesús exhortó a los discípulos a pregonar públicamente, en plazas y azoteas, su enseñanza. Jesús da su doctrina en público. Cuando le preguntan ante el Sanedrín, sobre su predicación, Jesús contesta: «He hablado abiertamente al mundo, y no he dicho nada a escondidas. Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado». Esta clara respuesta le valió la bofetada de un

Sábado, 28 Enero 2017 22:18

Domingo IV (A): La alegría del triunfo

Las bienaventuranzas de Mateo, que leemos en este domingo, inician el sermón de la montaña que Jesús pronunció como un nuevo Moisés. Éste subió al Sinaí para recibir la Ley; Jesús sube al monte para enseñar la novedad más absoluta del Evangelio, la Gracia y la Verdad definitivas. Las bienaventuranzas no comienzan, como la ley antigua, diciendo lo que no debemos hacer: no son preceptos de prohibición: No matarás, no mentirás, no adulterarás… Son afirmaciones solemnes, positivas, enunciados de la felicidad que Cristo propone a los suyos. Su lectura nos fascina, pero su realización nos atemoriza. Parece que Cristo propone metas inalcanzables, realizaciones imposibles. No es

 

           Un célebre modernista francés afirmó que «Jesús anunciaba el Reino y vino la Iglesia». Quienes utilizan esta frase, con mayor o menor acierto, participan de un prejuicio común entre los intérpretes racionalistas de los evangelios, según el cual Jesús no quiso fundar nada sino predicar simplemente, como afirma el evangelio de este domingo, que el Reino de los cielos estaba cerca. Por ello, predicaba la conversión a quienes deseaban entrar en ese Reino. Esta forma de pensar pretende contraponer el Reino predicado por Jesús y la Iglesia fundada