DANIEL CUESTA: «TENEMOS LA TAREA DE ASENTAR LO EXPERIMENTADO EN NUESTRO CORAZÓN Y QUE SE TRANSFORME EN VIDA»

Daniel CuestaDANIEL CUESTA GÓMEZ sj, diácono jesuita

 

  •  ¿Cómo ha cambiado su día a día desde que se decretó el estado de alarma y el confinamiento?

Durante el primer mes cambió de manera radical, puesto que uno de los miembros de mi comunidad se contagió del virus y tuvimos que ponernos en cuarentena total. Apenas podíamos salir de nuestras habitaciones, nuestro compañero fue hospitalizado y tuvimos que enfrentarnos a esa incertidumbre, etc. Fue duro, pero, aunque casi no nos veíamos, nos apoyamos mucho unos en otros. Un mes después nuestro compañero dio por fin negativo en el test del COVID-19 y pudimos volver a juntarnos todos. En ese momento decidimos responder a la llamada del Arzobispado de Madrid pidiendo sacerdotes y diáconos en los hospitales y en el cementerio. Y, al día siguiente estábamos ya echando una mano con los responsos en la capellanía del Cementerio de la Almudena. Una experiencia dura, pero muy necesaria.

  •  ¿Qué papel desempeña la Iglesia frente al coronavirus?

En mi opinión la Iglesia está haciendo una gran labor que se concreta el cumplimiento de la cuarentena en casa (llevado a cabo de manera muy seria por muchos cristianos), las ayudas a personas mayores, la atención a enfermos en hospitales y hogares (tanto de modo sanitario como espiritual), las ayudas económicas, la atención pastoral online (que lleva tanta esperanza a los hogares), la celebración de los sacramentos, etc. En estas acciones la Iglesia se manifiesta como sal y luz. Puesto que muchas de ellas no se ven, pero, como la sal, dan sabor a este caldo amargo que estamos tomando. Mientras que otras, como la luz, dan esperanza a muchas personas.

  •  ¿En estos tiempos de mayor convivencia en el hogar, cuál es la posición de los padres como educadores en la fe de sus hijos?

Siempre se ha definido a la familia como Iglesia doméstica, y, en estos tiempos creo que esto se está haciendo más patente. Los padres están orando y celebrando junto a sus hijos y esto ha hecho que muchas familias se unan más desde la fe. En este sentido, me ha emocionado mucho ver como los padres ayudaban a sus hijos en la elaboración de su palma para el Domingo de Ramos, o preparaban con ellos un altar doméstico para la Semana Santa, etc. Cosas que si no, normalmente se habrían “delegado” al colegio o la parroquia.

  •  ¿De qué manera su fe le ayuda a sobrellevar esta situación?

Durante la vigilia pascual que celebramos en nuestra comunidad, el jesuita que es el párroco elevó el cirio pascual hacia el barrio y dijo que pocas veces como en esta noche el mundo está más necesitado de la luz de Cristo Resucitado. Creo que esa imagen vale más que mil palabras.

  •  ¿Cómo cree que la fe puede servir de “vacuna” ante la impotencia y el miedo de enfermos y familiares?

Creo que la fe nos permite confiar más allá de nuestras propias fuerzas y también nos alivia cuando estamos haciendo todo lo que podemos, aunque veamos que no es suficiente por la magnitud de esta tragedia. Es decir, la fe nos remite a Dios y a su ayuda, y así se convierte en esa “vacuna” y también en ese “descanso” o sosiego que muchas veces nos está faltando. Lo estamos viendo en la oración que hacemos unos por otros, y en como mucha gente busca alivio de sus agobios, impotencias y miedos en Dios.

  •  ¿Considera que, debido a las circunstancias, estamos profundizando en nuestra relación personal con el Señor de una manera más pura?

Hay el riesgo de vivir toda esta pandemia desde la superficialidad de quien no se entera de lo que está pasando a su alrededor y no se vuelve hacia Dios. Pero, creo que la mayoría de los cristianos está encontrándose con Jesucristo desde el dolor, y en Él, vivo y resucitado, está encontrando esperanza. Estas circunstancias nos están dando más tiempo para el silencio, pero hay que saber aprovecharlo para orar y buscar al Señor, en lugar de llenarlo de whatsapps, chistes o vídeos.

  •  ¿Opina que la irrupción de esta crisis sanitaria y social ha alterado la forma de vida generalmente individualista y materialista de la humanidad?

Creo que sí, en primer lugar, porque ha hecho que todos pongamos a los ancianos de nuevo en el centro, que nos preocupemos por ellos, que les llamemos, les ayudemos en la medida de nuestras posibilidades y reflexionemos sobre cómo queremos cuidarles. En segundo lugar, nos ha mostrado que, como dice el Papa Francisco, somos una única humanidad, y estamos sufriendo todos, pero también estamos luchando todos juntos. Y, en tercer lugar, esto ha hecho que nos interesemos por personas cercanas y lejanas, que conozcamos a nuestros vecinos al aplaudir cada noche, que nos preocupemos por la llegada del virus a otros países etc.

  •  ¿Cree que una vez superada la pandemia el ser humano cambiará su actitud ante la vida y ante los demás?

Confío plenamente en ello. Personalmente tanto la enfermedad de mi compañero de comunidad como el hecho de colaborar con los responsos en el cementerio está haciendo que se remuevan muchas cosas en mi interior. Creo que esto hará que en el futuro viva de otra manera mi relación con el dolor y la muerte. Pero claro, también está el riesgo de que en el futuro me “olvide” de todo ello y vuelva a mi vida como si nada. Por ello, creo que en los próximos meses tenemos una tarea muy importante, que es la de hacer que todo lo que hemos experimentado se asiente en nuestro corazón y se transforme en vida. Sólo así haremos realidad las palabras del Papa Francisco que afirman que “de esta crisis saldremos menos, pero seremos mejores”.

  •  La Iglesia ha sabido adaptarse para continuar con su labor desde la distancia ¿cómo valora las iniciativas evangelizadoras a través de los medios de comunicación y redes sociales?

La Iglesia ha demostrado en estas semanas que lo que la mueve es su deseo de llevar a Cristo a todos los lugares, pase lo que pase. Así, ante el cierre de los templos, la Iglesia ha sido enormemente creativa para seguir llevando la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración, el consuelo, la celebración etc. a todos los hombres. Creo que con estas acciones la Iglesia ha sabido no sólo llegar a los fieles, sino también extender su mensaje de esperanza entre aquellos que se encuentran alejados de ella.

  •  Escoja una cita bíblica que sirva como mensaje de esperanza a los creyentes

Venid a mi todos los que estáis cansado y agobiados que yo os aliviaré (Mt 11, 28).

 Daniel Cuesta2cop