LOS SACERDOTES DE LA DIÓCESIS RENUEVAN LAS PROMESAS DE SU MINISTERIO EN LA MISA CRISMAL

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El Obispo de la Diócesis, Monseñor César Franco, ha presidido la Eucaristía, aplazada a causa de la pandemia, en la que se ha bendecido el Crisma y los sagrados óleos

Este lunes 22 de junio, la Catedral ha acogido la celebración de la misa crismal que debía haberse celebrado en el marco del triduo pascual «pero suponía que ni el presbiterio ni los fieles podían participar en ella, lo cual empobrecía su gran significado». Así ha comenzado el Obispo de la Diócesis, D. César Franco, la homilía de una misa crismal cargada de simbolismo. Así, ha destacado la actualidad y capacidad para generar esperanza de la Palabra de Dios.

Don César ha hecho hincapié en el significado de esta celebración y del crisma, destacando que el hombre ofrece los dones recibidos de Dios y Dios se los devuelve convertidos en. «Hoy traemos el aceite para ungir a enfermos y catecúmenos; traemos el crisma para consagrar altares, templos, vasos sagrados, y, sobre todo al hombre y a la mujer, las más excelsas de las criaturas que, gracias a la unción, se convierten en custodios y sacerdotes de la creación», ha asegurado para subrayar que “un poco de aceite” puede realizar tales prodigios «porque a través del crisma —que significa unción— actúa Cristo, que es el Ungido».

«El Espíritu del Señor —dice Isaías— está sobre mí porque el Señor me ha ungido». Profetiza la llegada del Ungido, enviado para anunciar la buena nueva a los que sufren. Vendará corazón desgarrados, consolará a los afligidos, y cambiará en luto en perfume y el abatimiento en cánticos». ¿No son actuales estas palabras? ¿Acaso no necesitamos que Dios nos reconforte, nos aliente, sane nuestras heridas y nos acompañe en el luto?, se ha preguntado Monseñor Franco. «Lo hemos visto en este tiempo dramático en que tantas personas han sufrido y muerto en soledad. Pero, aunque no hubiéramos sufrido la pandemia, ¿acaso el hombre no es un ser herido junto al camino por donde pasa el buen samaritano? Necesitamos vocaciones para buenos samaritanos, los sacerdotes de Cristo», ha añadido.

En este día en el que los sacerdotes de la Diócesis han renovado las promesas de su ministerio, D. César ha asegurado que «nosotros, sacerdotes de la nueva alianza, siempre tendremos en nuestras manos el crisma de la salvación y el óleo de la alegría definitiva». Aludiendo de nuevo a las manifestaciones del amor del Señor, también durante la pandemia, el Obispo de la Diócesis ha querido tener unas palabras de recuerdo a los sacerdotes fallecidos en los últimos meses.

El prelado ha subrayado la importancia de las promesas sacerdotales como un “sí” a la fidelidad de Dios. «Que, al traer los óleos y el crisma en procesión, el pan y el vino de la cena del Señor, ofrezcamos también nuestras personas, para que la humanidad entera y la creación que gime cuando la pisoteamos, experimenten que Dios ha enviado a su Hijo para ungirnos con su misericordia y asegurarnos su compañía hasta que lo contemplemos cara a cara en su morada. Que la llena de gracia nos lo conceda», ha concluido.