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«FRATELLI TUTTI», LA NUEVA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE FRATERNIDAD Y AMISTAD SOCIAL

 

«Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras». Franciscus

El Papa Francisco ha presentado hoy «Fratelli tutti», la tercera encíclica de su pontificado. Francisco la define como una “encíclica social” que coge su título de las “Admoniciones” de san Francisco de Asís, quien utilizó esas palabras “para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio”. El santo “no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios”, escribe el Papa, y “fue un padre fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna”. De esta forma, la Encíclica pretende promover una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social a partir de una pertenencia común a la familia humana, del hecho de reconocernos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador. Abierta por una breve introducción y dividida en ocho capítulos, la Encíclica recoge muchas de las reflexiones del Papa sobre la fraternidad y la amistad social, pero colocadas “en un contexto más amplio” y complementadas por “numerosos documentos y cartas” enviados a Francisco por “tantas personas y grupos de todo el mundo”.

Amor, derechos y gobernanza mundial

La Encíclica responde con un ejemplo luminoso, un presagio de esperanza: el del Buen Samaritano. Francisco nos exhorta a “salir de nosotros mismos” para encontrar en los demás “un crecimiento de su ser”, abriéndonos al prójimo según el dinamismo de la caridad que nos hace tender a la “comunión universal”. Una sociedad fraternal será aquella que promueva la educación para el diálogo con el fin de derrotar al “virus del individualismo radical” y permitir que todos den lo mejor de sí mismos. El derecho a vivir con dignidad no puede ser negado a nadie, dice el Papa, y como los derechos no tienen fronteras, nadie puede quedar excluido, independientemente de donde haya nacido. A las migraciones está dedicada parte del segundo y todo el cuarto capítulo. Hay que evitar migraciones no necesarias, afirma el Pontífice, creando en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad. Lo que se necesita sobre todo -según recoge el documento- es una gobernanza mundial, una colaboración internacional.

La política, al servicio del bien común

“La mejor política” es una de las formas más preciosas de la caridad porque está al servicio del bien común y conoce la importancia del pueblo. La mejor ayuda para un pobre, explica el Papa, no es sólo el dinero, que es un remedio temporal, sino el hecho de permitirle vivir una vida digna a través del trabajo. También es tarea de la política encontrar una solución a todo lo que atente contra los derechos humanos fundamentales, como la exclusión social; el tráfico de órganos, tejidos, armas y drogas; la explotación sexual; el trabajo esclavo; el terrorismo y el crimen organizado. Fuerte es el llamamiento del Papa a eliminar definitivamente el tráfico, la “vergüenza para la humanidad” y el hambre, que es “criminal” porque la alimentación es “un derecho inalienable”. La política que se necesita, subraya Francisco, es la que dice no a la corrupción, a la ineficiencia, al mal uso del poder, a la falta de respeto por las leyes.

Bondad, paz y perdón

Del capítulo titulado “Diálogo y amistad social”, surge también el concepto de la vida como “el arte del encuentro” con todos, incluso con las periferias del mundo y con los pueblos originarios, porque “de todos se puede aprender algo, nadie es inservible”. El séptimo, recoge una reflexión sobre el valor de la paz. En una sociedad, todos deben sentirse “en casa” – escribe el Papa –. Por esta razón, la paz es un “oficio” que involucra y concierne a todos y en el que cada uno debe desempeñar su papel. Y ligado a la paz está el perdón: se debe amar a todos sin excepción, dice la Encíclica, “pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable”. 

La pena de muerte, inadmisible 

Francisco expresa una posición igualmente clara sobre la pena de muerte: es inadmisible y debe ser abolida en todo el mundo. “Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal – escribe el Papa – y Dios mismo se hace su garante”. Así, hace dos llamamientos: no ver el castigo como una venganza, sino como parte de un proceso de reinserción social, y mejorar las condiciones de las prisiones, respetando la dignidad humana de los presos, pensando también que la cadena perpetua “es una pena de muerte oculta”. En el octavo y último capítulo, el Pontífice se ocupa de “Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo” y reitera que la violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas, sino en sus deformaciones. Finalmente, recordando a los líderes religiosos su papel de “mediadores” que se dedican a construir la paz, hace alusión al “Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, firmado por él el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi, junto con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb: de este hito del diálogo interreligioso, el Pontífice recoge el llamamiento para que, en nombre de la fraternidad humana, se adopte el diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento mutuo como método y criterio.

Documentos que puede leer y descargar para conocer la nueva Encíclica

*Imagen de la noticia: Vatican Media