UN RECONOCIMIENTO A LA SENCILLEZ Y LA ENTREGA

Lucía y Ana han sido las encargadas de recoger el IV Premio San Alfonso Rodríguez concedido, a título póstumo, a su madre, Pilar Jiménez Huertas en una emotiva ceremonia de entrega. En ella, las hijas de Pili han estado acompañadas por su padre y su hermana pequeña Raquel. También han estado presentes los padres y una de las hermanas de Pilar, tíos y primos, niños y jóvenes a los que daba catequesis y numerosos amigos, conocidos y feligreses de las parroquias de Palazuelos de Eresma y Tabanera del Monte.

Un acto introducido por David San Juan, miembro de la comisión organizadora de los premios, y que ha comenzado con el recital de música y lectura, casi a modo de diálogo, a cargo de Fernando Hidalgo y José Antonio Barbudo.

Tras ellos, ha tomado la palabra Emilio Calvo párroco de Palazuelos y Tabanera- quien a comenzado leyendo unas palabras sobre Pilar «Pili ha sido parte de las manos de Dios en esta tierra, una sonrisa discreta de la que somos más conscientes ahora que nunca (…) Su testimonio queda reflejado en muchas personas con nombres y apellidos (…) Más allá de los muros de una iglesia, de un edificio que supo trascender y transmitir en su vida diaria».

Emilio ha destacado que Pilar «ha sido y es mujer de familia», como san Alfonso Rodríguez. Pero también, «buscadora de Dios», volcando su vida en un servicio dedicado al Señor y a los demás con sus catequesis, convivencias, dedicando tiempo a niños y jóvenes, y a su parroquia contestando siempre, como san Alfonso, «ya voy, Señor». Finalmente, ha resaltado su humildad, asegurando que era una mujer discreta y sencilla, que siempre estaba cuando se la necesitaba desde el anonimato. Por esto, el párroco ha mostrado su orgullo y agradecimiento por la concesión de este galardón a Pili.

Posteriormente, ha sido el Obispo de Segovia, don César Franco, quien ha tomado la palabra afirmando «me la imagino asomándose por una ventana del cielo, mirando este premio y pensando en el rastro que ha podido dejar aquí de esa belleza que ahora contempla cara a cara». Asimismo, el prelado ha asegurado que el significado del premio (una mano agarrada a un llamador) es el de Cristo, que nos llama. Pero también, es lo que nosotros haremos cuando nos llegue la hora «al término de nuestra vida, llamamos a la puerta que nos abre a la luz y a la felicidad eterna».

Ha sido don César el encargado de entregar ese llamador, recogido por Raquel y Lucía, dos de las tres hijas de Pili. Visiblemente emocionadas y, apenas sin poder articular palabra, han agradecido la concesión del premio a su madre, como una forma de reconocer su labor dentro y fuera de la Iglesia. «Mi madre está con nosotras y con todos los que la habéis querido», ha concluido su hija.

El acto ha concluido con el canto del himno a san Alfonso Rodríguez interpretado al órgano por su creador, don Alfonso María Frechel, y entonado por Fernando Hidalgo junto a todos los presentes.

Premios San Alfonso Rodríguez

El Premio San Alfonso Rodríguez fue instituido por la Diócesis en 2017, con el objetivo de reconocer la labor callada de muchísimos fieles que han dedicado su tiempo y su cariño a los pequeños servicios cotidianos, en favor de la Iglesia y la sociedad segoviana, durante gran parte de su vida.

San Alfonso Rodríguez es nuestro “santo de andar por casa”. Nacido en 1530 en el barrio de El Salvador de Segovia, fue un pequeño empresario de la entonces pujante industria pañera de la ciudad. Con casi cuarenta años, vio morir a toda su familia, mujer e hijos, y vio como la crisis económica de la época lo dejó arruinado. Dejó la ciudad, fue admitido en la Compañía de Jesús como hermano lego y se santificó trabajando otros cuarenta años como portero del colegio jesuita de Palma de Mallorca, atendiendo con prontitud y sencillez a los que llamaban a su puerta.