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UNA CUARESMA PARA CONVERTIR NUESTRO CORAZÓN Y UNIRNOS A UN PUEBLO QUE PADECE UN «ATROPELLO INJUSTIFICABLE»

miércoles ceniza

 

Iniciamos hoy el Tiempo «intenso» de Cuaresma. Un tiempo en el que estamos llamados a asumir la Palabra de Dios y hacerla nuestra para evitar que el gesto con el que la comenzamos —la imposición de la ceniza— resulte vano a los ojos de Dios.

En la homilía de la Eucaristía celebrada esta mañana en la Catedral, el Obispo de Segovia, Mons. César Franco, ha recordado los tres pilares de la Cuaresma: oración, ayuno y limosna. En este sentido, ha subrayado que el Señor nos invita a la entrar «en la cámara silenciosa de la conciencia» para convertirnos allí, en la presencia de Dios. Jesús critica las prácticas de la limosna el ayuno y la oración que se hacen con hipocresía y aspavientos, para que los demás lo vean. En este sentido, don César ha llamado a meternos «en tu templo interior, en tu pequeña iglesia del corazón, porque tu Padre que ve en lo escondido te recompensará».

«Cuaresma es un tiempo intenso de alegría, no hay mayor alegría que convertirse al Dios que nos ama». Así ha definido Mons. Franco este tiempo que comenzamos y que nos lleva a prepararnos para vivir con gozo la Pascua. Es un momento en el que el ayuno, la limosna y la oración llenan el alma de alegría. Este año, pensamos de manera particular en nuestros hermanos ucranianos, y nos unimos a esta Jornada de ayuno y oración convocada por el Papa Francisco por la paz en Ucrania. Nuestros hermanos «padecen un atropello injustificable, un crimen horrendo que clama al cielo», ha dicho don César, para agregar que «se pisotean los derechos de un pueblo que se invade por quien se cree con derecho de reclamarlo para sí mismo. Mueren niños, enfermos, familias. Un drama terrible que pensábamos que no volvería a ocurrir» y concluir que «el hombre es un lobo para el hombre, es un monstruo cuando se aparta de Dios y aplica su ley como dominador de los pueblos».

Con situaciones como esta entendemos mucho mejor las llamadas a la conversión, ha asegurado el prelado, convencido de que para que las estructuras del mundo cambien, es necesario que cada uno, «tu y yo», cambie. Sobre todo aquellos que se creen con autoridad, cuando todos, como recordamos hoy, «somos polvo». La Iglesia hace en Cuaresma oración, ayuno y limosna, lo mejor que podemos ofrecer ahora a nuestros hermanos de Ucrania: «nuestra oración intensa, nuestra limosna y la privación de nuestros caprichos en su favor». Pidiendo también al Señor que «convierta el corazón de quienes provocan estos dramas, de estos crímenes que claman al cielo». Con todo, vivamos esta Cuaresma como una «exhortación a cambiar nuestro corazón y unirnos a este pueblo que sufre en su libertad, en su vida y su destino».