«Somos una gran familia»    

         El «día de la Iglesia diocesana» es siempre una llamada a vivir nuestra pertenencia a la Iglesia como familia de los hijos de Dios. La Iglesia no es un invento de los hombres. Es obra de Dios y lo sigue siendo hasta el fin de la historia. Es él quien nos ha congregado y nos ha constituido en una asamblea santa por medio del bautismo en Cristo. La iniciativa ha partido de Dios y sólo él puede consumar su obra. Pero cuenta siempre con la libertad de las personas, que aceptan la fe, se incorporan a su Pueblo que peregrina en este mundo y forman el Cuerpo de Cristo.

         Como familia de Dios, todas las necesidades de la Iglesia, sus proyectos de evangelización y misión son también nuestros. Nada debe resultarnos extraño o ajeno a nuestros intereses. Ser familia es vivir generosamente la corresponsabilidad. Somos conscientes además de que en estos momentos de nuestra sociedad un medio eficaz de evangelizar es vivir dando testimonio de unidad, no sólo en la fe,  sino en la comunión de bienes entre nosotros y con los demás. La primitiva comunidad cristiana gozaba del favor de la gente precisamente porque vivían unidos en la oración, en la adhesión de los apóstoles, en la celebración eucarística y en la caridad con los necesitados. La vida común de los cristianos iba agregando día a día a la Iglesia a los que el Señor llamaba a la salvación.

         Este testimonio de comunión espiritual y material justifica perfectamente que en este día de la Iglesia diocesana pensemos cómo podemos ser más familia y mejor familia. Las necesidades de la Iglesia son muchas y conocidas: desde el mantenimiento de los sacerdotes y de los lugares de culto hasta los proyectos de evangelización y caridad que cada año constituyen los objetivos del Plan Pastoral. La diócesis de Segovia tiene proyectos que requieren ayudas económicas: el Seminario, la Escuela de Teología, el inmenso patrimonio que año tras año requiere mejoras, rehabilitación y mantenimiento. Los proyectos de Cáritas y las residencias que dependen de nuestra directa responsabilidad. De todo ello informamos a los diocesanos en las diversas campañas que realizamos. En este día, no se insiste en uno u otro proyecto determinado, sino en el conjunto de todas las acciones que, como decía, son parte de la familia que formamos. Se trata de tomar conciencia de que la familia no sale adelante sin la aportación generosa de cada miembro. No olvidemos que de la Iglesia recibimos todo lo que necesitamos para nuestra vida cristiana y nuestra salvación última. Decimos que la Iglesia es «madre», y esta palabra evoca donación, generosidad, vida. Desde nuestro nacimiento hasta la muerte, la Iglesia nos acompaña y nos ofrece todo lo necesario para nuestro crecimiento como hijos de Dios. Devolvamos a la Iglesia con generosidad la caridad que de ella recibimos, convertido en oración, limosna y compromiso apostólico. Y no pensemos sólo en nosotros. Pensemos también en quienes, por la palabra de Dios y el bautismo, llegarán un día a formar parte de la Iglesia. La familia de la Iglesia no termina en los límites de nuestra diócesis, ni de nuestro país. La Iglesia es católica, universal, y está llamada a ser familia de todos los pueblos de la tierra. Hasta entonces no podemos poner coto a nuestra generosidad.

+ César Franco

Obispo de Segovia.