DON CÉSAR APELA A SAN FRUTOS COMO MODELO DE VIDA PARA LOS SEGOVIANOS

«Un día de júbilo y de alegría al que nos ha introducido el precioso Villancico de San Frutos». Así comenzaba la homilía de Mons. César Franco en la festividad de San Frutos, patrón de la Diócesis. Una fiesta que en la capital concentra todas sus miradas en la Catedral, mientras que en el resto de la ciudad se traslada a la parroquia de San Frutos y en la provincia al idílico enclave donde vivió el santo segoviano: la ermita de San Frutos, donde se celebra su memoria con procesión y Eucaristía.

En la Catedral, la fiesta comenzaba con la procesión de las autoridades eclesiásticas, civiles y militares hasta el trascoro. Una vez allí, daba comienzo el «Villancico de San Frutos» dirigido, por vez primera y con gran acierto, por una mujer: Cristina Ortiz Monreal, directora de Folk Segovia. La voz blanca de una niña y el coro han puesto voz a las notas del conjunto instrumental. Tras la interpretación del villancico, los actos se han trasladado al Altar Mayor, donde el Obispo de la Diócesis ha presidido la Eucaristía, acompañado por el vicario general, miembros del Cabildo y otros sacerdotes.

En su homilía, don César ha comenzado haciendo referencia a un villancico que viene con aires de Navidad, que es «júbilo, gozo, vida nueva y salvación que entra en la historia». El obispo ha asegurado qeu cuando la vida se vive sin el sentido de la trascendencia, «o dicho con lenguaje más vulgar, cuando vivimos la vida de tejas para abajo», se entiende la pregunta de Pedro a Jesús, claramente interesada: 'Hemos dejado todo para ti, ¿qué nos toca?'. Pedro no entendió a Jesús hasta la Resurrección, como los demás, y vivió pensando que Jesús fundaría el imperio del Mesías derrocando al Imperio Romano, pero sus expectativas estaban muy lejos de lo que él traía, como ha asegurado monseñor. 

 
 
A renglón seguido, ha asegurado que quizá las palabras de Jesús, si se interpretan literalmente, nos hacen pensar que no somos bienaventurados, pero lo que nos quiere decir Jesús «es que hay que optar por él». «No hay que limitarse a una cueva para ser santo, aunque ese haya sido el camino para muchos, incluido san Frutos», pero no es una vida a desprestigiar, «como se dice de manera tendenciosa», la de los que optan por dedicarse a Dios en cuerpo y alma. Y, haciendo alusión al presentador del villancico, don César ha asegurado que san Frutos se distingue por haber entregado su vida radicalmente a Dios, «y el que ama a Dios, es imposible que no ame a los demás y a este mundo creado por él. Es imposible que no busque el progreso de la justicia, en la verdad y en la caridad», ha subrayado, para agregar que Dios es el verdadero progreso y sin él, no hay futuro. Asimismo, ha querido remarcar que, aunque hoy resulten obsoletas, son los santos quienes han progresaso en el amor, la justicia y la santidad, definiendo la naturaleza de Dios y de la humanidad. Precisamente, son ellos, como se hace evidente en la figura de san Frutos, quienes se han preocupado y se siguen preocupando por los demás, por el dolor del mundo. 
 
En este punto, el Obispo de Segovia ha asegurado que con esas acciones se nos habla de una compasión universal, propia de Dios, «que se compadece de todas sus criaturas, no solo de los buenos, de todos». Y hablan también de la compasión de Cristo que, como dice san Pablo, «murió en la cruz para derribar el muro del odio que nos separaba». Aunque él se refería a judíos y paganos, pero como bien ha dicho don César, «hoy lo podemos extender al odio que se levanta entre las naciones, terrible drama». «¿Y cómo no pensar en lo que sucede en Ucrania, en Tierra Santa y en tantos países? ¿Cómo no pensar en esa violencia que se desata en este mundo de progreso y de avance tecnológico y científico? ¿Cómo no pensar que la violencia entre los adolescentes ha subido un 67% según las últimas estadísticas?», ha asegurado el prelado. Asimismo, volviendo a la figura de san Frutos, se ha cuestionado si es modelo de vida para los segovianos, «sospecho que no», ha sentenciado, mostrando su sorpresa por quienes no entienden que una persona pueda dedicarse a Dios, que pueda tener «el corazón tan puro y tan limpio que diga: 'Señor, esto solo para ti'», o no comprenden el estilo de vida misionera. En esta línea, ha querido remarcar que, aunque viviera en el siglo VII, san Frutos, al igual que santa Teresa de Calcuta, santa Teresa de Jesús o san Antonio María Claraet son modelos de vida cristiana para todos, aunque no tengamos el mismo estado de vida. 
 
 
 
 
 
 
 
«Si la vida solo consiste en lo que me van a dar, si solo se entiende en el dinero, en el bienestar entendido de una manera absoluta, narcisista y excéntrica, que yo vaya bien..., no entendemos nada, no ya de Dios, sino del hombre», ha sentenciado el Obispo de la Diócesis para culimnar bendiciendo a san Frutos, pidiéndole que cuide de «esta ciudad y tierra de Segovia, de esta Diócesis que te tiene por patrono; cuida de nuestras familias, de nuestros niños, ancianos; cuida de todos los proyectos de bien y de justicia de tanta gente; cuida de la paz, que no muera ningún inocente y no haya odio. Por último, ha querido pedirle al patrón, que cuide de nuestra vida cristiana para ser «verdaderamente testigos del Dios vivo, de ese Dios a quien san Frutos amó con total generosidad y entrega».